CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


domingo, enero 30, 2022

DENTRO de la CANCIÓN de mis HIJOS


A veces, me cuelo sin llamar en las canciones de mis hijos, las que más escuchan. Entro despacio, sin que ellos me vean. Me acurruco entre sus letras y me tapo con sus músicas. Luego, cierro los ojos y me quedo esperando a ver si siento lo que sienten ellos cuando la oyen. 

Pero, como no sé lo que sienten, no puedo saber si coincide con lo que provocan en mí. 

Y eso me descoloca. Es jodido. Pero al poco lo entiendo. Es que, aunque queramos, nuestros hijos no son nuestras copias, como a menudo pretendemos. Tampoco nuestros padres lograron que fuésemos a su imagen y semejanza, más bien lo contrario. 

Sólo cuando aceptamos que nosotros no somos su sol, y que ellos no son planetas que reflejan nuestra luz, sino que brillan con luz propia, sólo entonces, es cuando realmente empezamos a quererles incondicionalmente. 

Lo de antes era un acto de egoísmo, un intento de colonizar al otro, o quizás solo un intento de reconciliarnos con nosotros mismos, algo así como: “Haz tú lo que yo no hice o sé tú lo que yo no fuí”. 

Ahora, que ya no entro en sus canciones, hay días que les pillo, in fraganti, colándose en las mías. Esto no hay quien lo entienda, pero es muy hermoso. 

Manolo Martínez

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domingo, enero 23, 2022

¿CUÁNTOS SIGLOS CABEN EN LAS HORAS DE UN NIÑO?

Eso se preguntaba Luís Cernuda cuando decía que llega un momento en la vida en que el tiempo nos alcanza. Basta pensar lo larga que eran las tardes de verano cuando éramos niños. Nos daba tiempo a todo y nos sobraba tiempo. 

Comíamos como poseídos, veíamos la tele, jugábamos en el suelo del cuarto camilla con cinco indios de colores que matábamos y resucitábamos cada dos por tres, salíamos a la calle a jugar a la reina con Pepito y Miguel. Miguel era el más malo y casi siempre estaba de portero. 

Entre gol y gol, toreábamos un par de coches y recorríamos la bardilla de San Francisco haciendo equilibrios. Luego, antes de que el sol empezara a bajarse del cielo, nos metíamos a escondidas en el huerto de María y, tiqui, tiqui, tiqui, nos plantábamos en la antigua iglesia derruída a buscar tesoros (un trozo de hierro que no servía para nada pero podía servir para todo, una medallita, insectos a porrillo que metíamos en un bote de cristal…) 

Al volver a la calle, veíamos a nuestras madres en la tienda de Papocha hablando todas a la vez, pero sin escucharse, cada una con su conversación, pero se entendían. 

Hoy, ya pasado de largo el año dos mil, se nos va la tarde debajo del aire acondicionado, resoplando, echando la siesta, o peor aún, viendo la cara de Kiko Matamoros, el demonio. Y sin embargo es una tarde de verano con las mismas horas de cuando éramos niños, pero qué diferencia más grande omaíta. 

Cuando por fin nos hacemos hombres, como querían nuestros padres, llegamos a tientas a la vida: trabajando, amando, olvidando, criando a otros futuros hombres que, como nosotros, tampoco sabrán libar el tiempo. 

Manolo Martínez

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sábado, enero 22, 2022

Irene Reyes-Noguerol inaugura el año de la Tertulia "Comer, Beber y Hablar"


 La escritora Irene Reyes-Noguerol inauguró el año de tertulias de "Comer, beber y hablar". 

El coloquio tuvo lugar en la Terraza Karma gracias a Víctor Rodríguez, su dueño, que nos cedió este espacio único en Carmona para el encuentro, que ha conseguido un ambiente exquisito, tanto por el esmerado trato del equipo de Karma, como por su original decoración. 

El resto tuvo un solo nombre, Irene. 

Cuando se tienen veinticuatro años uno aspira a comerse el mundo e Irene se lo ha comido con un par de libros, pero, sobre todo, con una inusual madurez hermoseada con simpatía, sencillez y  humildad al hablar de su éxito literario. 

Esta escritora en ciernes ha hechizado con la prosa poética de su libro “De Homero y otros dioses” al mundo de las letras, hasta el punto de que, la prestigiosa revista Granta, la ha elegido uno de los veinticinco mejores escritores en español con menos de 35 años. 

Irene consiguió que fuera la tertulia de “Comer, beber y hablar” en que más gente se ha bautizado como tertuliano: Elena, Rogelio, Carlos, Milagros, Irene, Mercedes, Ricardo, Margarita, Isabel, José Antonio y algún otro que me dejo en el tintero. 

Allí estuvieron muchos amigos de su madre que le recordaron a Irene que: 

“... que se le veía venir, que desde niña apuntaba maneras…” 

Esta filóloga, y profesora de literatura, nos dijo que publicó su primer libro a los 18 años, “Caleidoscopios”, pero esa tarde comentó con los tertulianos el segundo, del que nos fue descubriendo el proceso creativo del mismo, así como su concepción de la literatura que ella no puede separar de la empatía con los personajes y con las historias que nos regala. 

Para Irene la literatura, como el resto de las artes es una catarsis, a veces una redención, hasta el punto de emocionar a más de un lector, como ocurrió en la tertulia, ya que describe con tanta fidelidad experiencias como la vejez, la enfermedad o  la pérdida de un ser querido, que nos descoloca a los que ya peinamos canas. 

Cuando le preguntamos la procedencia de aquel profundo conocimiento, si era porque había vivido mucho para sus pocos años, o porque había leído tanto que era como si lo hubiese vivido,  Irene nos respondió que era porque empatizaba con sus textos (o escenas como le gusta llamarlo a su mejor crítica, su madre) 

Fue una hermosa tarde de tertulia llena del talento y la sensibilidad de esta mujer de estilizado porte que denota su amor por el ballet. 


Irene nos embelesó durante la hora y media que duró la tertulia con su desparpajo, su madurez y su no creerse que es alguien que ha llegado para regalarnos muchas lecturas de las imprescindibles. 


Gracias, Irene, y enhorabuena por ser como eres. Disfrútate.













Gracias por el precioso reportaje fotográfico, indispensable para la memoria de esta tertulia,
 a Enrique González, fiel tertuliano.

Tertulia “Comer, beber y hablar”

Manolo  Martínez

Carmona, primer mes de dos mil veintidós

domingo, enero 16, 2022

UNA PESCADA ASÍ DE GRANDE

Una pescada así de grande. Eso era lo que buscábamos cuando íbamos a “La Herradura”. 

¿Se acuerdan ustedes de aquella taberna en la cuesta del matadero? Nos sentábamos haciendo equilibrios en las sillas con veladores sembradas sobre aquel repecho de cemento, hasta que llegaba el mudo, el camarero, quién, con dos voces y un manoteo, nos preguntaba qué íbamos a tomar. 

Le contestábamos llevándonos el pulgar a la boca y haciendo el gesto de beber, y luego, mostrándole cuatro dedos que querían decir cuatro cervezas. 

Pedir las tapas era más rápido. Apoyábamos la mano derecha de costado sobre la mitad el antebrazo izquierdo, casi un corte de mangas, y luego volvíamos a enseñarle cuatro dedos. El mudo entendía, a la primera, que aquello eran cuatro pescadas así de grande.

Después de rellenar las jarras de cerveza tres o cuatro veces, bajábamos la pendiente haciendo eses, hasta llegar a la discoteca La Gloria, mientras escuchábamos “Cara de gitana… dulce apasionada…” 

Carmona, cualquier sábado de mil novecientos ochenta y poco, el siglo pasado, es decir,  que somos de esos afortunados que, aún mudando de siglo, seguimos vivos, ¿te puede pasar algo mejor?   

Manolo Martínez

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sábado, enero 15, 2022

LA CUESTA DE ENERO

Mientras subo por la calle Prim empiezan a pesarme las piernas. Será la cuesta, pienso, la cuesta de enero. En seguida, apenas piso la plaza, escucho a Antonio llamando a dos guiris: 

 —Psss... psss... aquí, aquí..., —les vocea mientras les señala con el dedo sus sillas plateadas. 

Sigo tirando del cuerpo hasta plantarme en la esquina de los valencianos. El olor de los buenos guisos, de Bodega José María, me hace mirar parriba, pero yo sigo avanzando hasta dejar detrás el ayuntamiento, y girar a la izquierda, al llegar a Mingalario. Una calle, una revuelta y Santa María. Las tres vacías.  

Es como si hubiera cruzado el Leteo, el río del olvido. Nadie. Será la cuesta, la cuesta de enero, la que hace que la gente, ni beba ni rece ni ponga un pie en la calle.

Pero insisto en mi caminar y me planto en el campo que nace prematuro enmarcado en la Puerta de Córdoba. Míralos, allí están todos, todos los pájaros. 

La noche echa sus redes y algunos caemos. Vuelvo entonces sobre mis pasos, hasta bajar por Prim ya apagado el día, y encontrarme, al final de la cuesta, a febrero, que se asoma agarrado al recodo entre Casa Paco y la Tasquita del Inglés. 

¡Ea!, ya están aquí las carnestolendas.

Manolo Martínez
                                          
                                           

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domingo, enero 09, 2022

UN CULO Y SEIS RESPUESTAS


    ¿Por qué un culo provoca tan distintas reacciones, sobre todo, siendo el mismo culo? 

Mientras la primera señora se escandaliza ojiplática al ver aquellas nalgas expuestas a la vista de todos en un escaparate, el crápula agarrado a su mujer, mira de soslayo y con cierta lascivia lo mismo que la perturbada dama.


Sin embargo, las mismas posaderas, provocan una sonrisa divertida en el señor del bombín que echa humo, por la boca, pero por el cigarro que en ella se aloja, claro.


Y esa misma popa es estudiada, con fruición, por el señor que enfoca con el final de la espalda de la nalguidesnuda.


El gendarme pasa revista a las tropas apretando la boca y recriminando de un vistazo aquel desabrigo.

  

Una señora mayor se vuelve sobre sus pasos, para recordarse, que alguna vez, aquella lozanía también habitó su piel.


Conclusión: los culos no son pecaminosos, lujuriosos ni ilegales. Son nuestras miradas y la educación que las gobierna, quienes bautizan las retaguardias, o "loquesea", de puritanismo, intolerancia o naturalidad.

Manolo Martínez

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sábado, enero 08, 2022

DECIR LAS COSAS A LA CARA


Decir las cosas a la cara es cosa de hombres, como decía el anuncio del cognac Soberano, y aunque el continente sea machista, el contenido es esencial. 

Ir de frente conlleva riesgos, pues claro, como todo lo que merece la pena en este mundo. 

Aún así, abundan los "bienquea", porque cuando no te "mojas", cuando nunca tomas partido, cuando sonríes hasta desgastarte, evitas enfrentarte a la realidad del desprecio, o a esa fatigosa faena de informarte para argumentar y debatir. 

Ser políticamente correctos implica ser demasiado tibios en nuestras opiniones, prudentes hasta la náusea, y lo peor, llega un momento en que no sabemos quiénes somos realmente de tanto aparentar. 

Séneca lo resumió así:“Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.” 

Manolo Martínez

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jueves, enero 06, 2022

LOS PECES AROWANAS


 Los peces arowanas llevan a sus hijos dentro de la boca en sus desplazamientos. Esta inédita sobreprotección es el escudo para defenderlos de los peligros exteriores. 

Lo que nuestros hijos nos dicen sin decírnoslo, es lo mismo que nosotros le decíamos a nuestros padres sin decírselo, y era algo así: 

“Yo no quiero que nadie me lleve en la boca, ni en brazos, ni siquiera que todos los días me echen un sermón, ni que me recuerden, que las cosas no son como yo las veo ahora. No tienen porque martillearme, antes de acostarme, con que el futuro está a la vuelta de la esquina, ni con las cifras del paro. 

Que si no estudio, ni leo, ni ayudo en casa, no me haré alguien de provecho. Lo sé, sé que es así, pero dejarme descubrir la vida por mí mismo, y equivocarme, y caerme, y mancharme, y tener la habitación desordenada, aunque sólo sea un día a la semana. Y es injusto, como injusto es que identifiquen un zarcillo en la oreja, o un peinado determinado, con una conducta agresiva o marginal. 

Que la vida no es tan catastrófica como la pintan en los telediarios. Que también hay cosas buenas. Y ser joven es una de esas cosas. Porque ser joven no es ninguna enfermedad, que, a veces, lo pienso, de tanto escuchar que los jóvenes de hoy somos irresponsables, maleducados, caprichosos, rebeldes y ociosos. 

También es importante que me enseñes a bajar las escaleras, tanto o más que a subirlas. Enséñame también a que las cosas cambian, a aceptarlo, a que hay grises y colores, a relativizar mis problemas, y a no hundirme antes del desembarco.

Enséñame a vivir, no sólo a calcular, y enséñame a querer, no sólo a conseguir cosas.. 

Y cuando pienses en mí, y te comas la cabeza, acuérdate de lo que dijo Roberto Chafar: “ Debemos ver a los jóvenes, no como botellas vacías que hay que llenar, sino como velas que hay que encender”. 

Manolo Martínez


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domingo, enero 02, 2022

LA CAJA del COLA-CAO


 Mi madre tenía la costumbre de guardar las fotografías en una caja vacía de Cola-Cao, y no era por dejadez, sino porque cuando ella empezó a archivar las fotografías de la familia no existían los chinos, bueno, los chinos sí existían, incluso antes que mi madre. 

Lo que no había eran tiendas de chinos en las que vendieran los álbumes de fotografías que sustituirían a las cajas de Cola-Cao. 

El caso es que me encantaba agitar aquella caja para mezclar las fotografías, y con ellas, la vida. 

Luego, abría la caja, cerraba los ojos, metía la mano y cogía aquellos trozos revueltos de nuestra existencia, sin más orden que la casualidad. Podía coger primero una fotografía mía, luego una de la boda de mis padres y por último una de mis abuelos. La vida al revés. 

Mi madre, el cordero y el demonio con chupa

  A continuación las ponía en fila india encima de la cama, a mi antojo, sin orden cronológico. Llegué a creerme que podía así cambiar la parte del pasado que no me gustase demasiado. 

Por último, retiraba aquel pasado en papel con la misma diligencia que un jugador de póker recoge sus cartas de la mesa, para volver  a encerrarlas en la caja de Cola-Cao, eso sí, apretando bien fuerte la tapa, no fuera a ser que alguien quisiera escaparse del pasado y tuviéramos que recomponer el presente. 

Manolo Martínez

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sábado, enero 01, 2022

PAPARRUCHAS


Decía Espinosa que arriesgarse era siempre la respuesta a todo, que para ser feliz había que darle a la pelota antes de que tocase tierra. Los desalientos, como los miedos, hay que recibirlos a porta gayola, porque es ese vaivén  de adrenalina, esa dosis de incertidumbre, donde nos medimos con el mundo, donde descubrimos que muchas veces (más de las que creemos), perder es ganar. Es en ese momento de gallardía con nosotros mismos cuando la vida, sin previo aviso, nos besa en la boca, como canta Serrat.


Ya sólo nos queda descorrer la cortina cada día para ver cómo será el encuentro de labios ¿Será un beso de tornillo? 
¿Con lengua o sin lengua?                                                                                                                                                


¿Será un ósculo casto, o habrá mordida de hocicos?   ¿Será un pico sin más, o será el preludio de un largo amor? ¿Y si fuera el beso de Judas? 

Con el paso de los años aprendemos a reconocer que la vida nos besa de infinitas maneras. Descubrirlas, o inventarlas, es ponerle banda sonora al  tedio de la rutina. 

Nos besa cada vez que conocemos un nuevo amanecer, cuando compartimos cervezas con los amigos, o cuando nos codeamos con la lluvia cualquier mañana de invierno.


Pero puede que, de todos los "juntamientos" de labios, el número uno sea el del beso robado, por media docena de razones: que a menudo es el primero, que la sorpresa se une a la saliva, que el rubor firma el después, o que abre las puertas a muchos más.

Yo descubrí hace tiempo que la vida nos roba un beso cuando viajamos. Comer, beber y hablar son artículos de primera necesidad, pero viajar es una delicatessen imprescindible. 

Un consejo, no te fíes cuando la vida te bese en la mano, eso es demasiado estirado. No hay pasión, ni líbido, sin intercambios de fluidos no existe el beso. En fin, todo lo aquí escrito no son más que “paparruchas”, como diría Scrooge, o como pienso yo. 

Bésense ustedes todo lo que puedan en 2022, háganse ese favor.
       
                                                    Manolo Martínez                                     

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