En esto vimos, en lo más alto de Carmona, un Molino que parecía gigante, cuyo
nombre, una vez que has entrado y probado sus vinos y viandas, nunca olvidas,
“Molino de la Romera”.
Pero no sólo por el buen comer y el mejor beber, sino porque desde su terraza, pueden descubrir vuestras mercedes, algo que nadie desmiente, cuando avistan sus olas verdes mecidas por el viento, y es que Carmona sí tiene mar, que te lo digo yo, Sancho, porque así me lo confesó mi padre, don Miguel de Cervantes, quien estuvo en esta fermosa ciudad de Carmona recaudando provisiones, de lo que hay constancia escrita.
… y dejemos ya la palabrería, amigo Sancho, y pide ya al mesonero. Yo quiero, para mis pocas carnes: cochinillo tostado y carrilleras de cerdo sobre patatas meneás y polvo de chicharrones. Para ti, mi escudero, pide espinacas con garbanzos, que son propias del lugar y además tú ya vas sobrado de carne.
Manolo Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario