CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


domingo, noviembre 25, 2012

LA MULA, EL BUEY, y algunas paparruchas


Benedicto XVI, el Papa, la cabeza visible de la Iglesia Católica, acaba de publicar un libro sobre la infancia de Jesús, en el que nos descubre, nos revela, nos ilumina, compartiendo su imprescindible descubrimiento: en el portal de Belén no hubo nunca ni mula ni buey, el día de Nochebuena. Pausa. Silencio. Digestión del insigne hallazgo…y vuelta a la impresionante confidencia: ni mula, ni buey. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Quién nos indemniza ante tal descalabro? ¿A qué hoguera del olvido tiramos los millones de fotos y videos de nuestros nacimientos, llenos de millones de mulas y bueyes? Y además, asevera que la estrella que guiaba a los reyes magos era una Supernova. Joder.La cristiandad no podía seguir su curso, sin saber la verdad sobre la presencia o no, de estos dos animales, la noche del nacimiento del niño Dios. Gracias Benedicto, y perdona a quienes te reprochan tus árduas averiguaciones, arguyendo que, un teólogo de tu talla, no debe perder un segundo de su divino tiempo en tales menesteres. Perdónalos porque no saben lo que dicen, aquellos que pretenden organizarte la agenda para que hables, prediques, instruyas o escribas sobre esos tan manoseados males de nuestras sociedad. No dejan de quejarse de que medio mundo se muere de hambre, y que del otro medio que come, la tercera parte se está quedando sin trabajo. Que si el Sida, que si la prostitución infantil, que si el desproporcionado reparto de la riqueza…paparruchas. ¿Quienes somos nosotros para criticar a la cúpula católica, al Vaticano, al Papa, pero ¿quién nos ha dado la palabra para disentir, de la búsqueda vital de mulas, bueyes y supernovas? Dejemos a los estudiosos y a los sabios en paz, y sigamos nosotros comulgando y arrepintiéndonos de nuestros pecados. Paparruchas, lo que yo les decía. 

domingo, noviembre 18, 2012

¿COMO ESTÁN USTEDEEEES....?

Endeudados hasta los ojos, y nunca mejor dicho. Desde 1250 le debo estos quevedos, o anteojos, que me permiten no intentar traspasar las farolas de la alameda, a Roger Bacon. Dios quiera que nunca me cobre los intereses, por estos siete siglos transcurridos desde que se sacó de su chistera, dos cristales graduados que bautizó como gafas. Con Gutemberg me entrampé en 1438. No olvido que, cuantos libros, periódicos o panfletos han pasado delante de mis gafas de Bacon, pasaron previamente por su imprenta. A este le temo más. Como alemán que es, comprendo que no me perdonará ni un céntimo, por el contrario, si me descuido, me pondrá a los pies del rescate, si sigo leyendo sin pagar. Sin duda, el débito al que le tengo más cariño, es el que mantengo con Denis Papin. Cuando inventó la olla a presión, seguro que pensaba en uno de mis vicios confesables, el puchero. Del otro lado, uno de mis endeudamientos menos queridos, es el que tengo con Kirkpatrick Macmillan. A él le debo que mis piernas hayan estado decoradas de cardenales durante toda mi infancia, y parte de mi adolescencia. Se inventó la bicicleta con pedales, después de largas conversaciones con los organizadores del Tour, y a pesar de las pegas que los controladores antidoppings esgrimieron. Y a ti George Claude, gracias, te debo innumerables noches de buena conversación, y risas, empujadas las dos, por litros de cerveza helada. Puede que tu hijo, el frigorífico, sea el más fiel, y frío, celestino. Aquel que siempre nos guardaba fría, la coca-cola, para el cubata, antes del baile agarrado, o el champán, antes del beso de año nuevo. ¿Y Marconi?, ¿quién ha saldado su deuda con el padre de la radio? Quién le pone precio a tantas horas huérfanas, llenadas de debates, historias, consejos y voces repletas de karma.Gracias a Pincus, Rock y Chang, por proporcionarnos innumerables orgasmos deshipotecados. Su píldora anticonceptiva subió las rentas farmaceúticas, mientras bajaba las faldas. Pero, sin lugar a dudas, mi más odiada deuda, es la que contraje con Fleming, Sir Alexander Fleming. A él le debo mis más amargas lágrimas, tras infames pinchazos en forma de inyección. Su azaroso encuentro con la penicilina, llenó muchas mejillas de sal, con la mejor de las excusas, salvar vidas. Otros salvaron sonrisas, sin pedir a cambio ninguna garantía. Anoche murió Miliki, el inventor de las tardes de nuestra infancia. Nos ha dejado endeudado, de por vida, con Susanita, su ratón, don Pepito, y una gallina turuleta, quienes siguen preocupándose por nosotros, sin dejar de preguntarnos:¿…CÓMO ESTÁN USTEDEEEEES…? Bien, Miliki, bien. Gracias por todo.

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