CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, agosto 06, 2016

LO QUE HAY QUE VER...Y ESCUCHAR.


Buscando el viento del norte, Ryanair me llevó a tierras gallegas.
Desde el primer momento el azar empezó a regalarme historias curiosas. La ventanilla del avión no había quién se la quitara a mi hijo Ángel, en el asiento central, un servidor, y a mi derecha, Daniella. Daniella era, y es, una italiana de Bolonia, profesora de Ciencias Naturales que iba a hacer el Camino de Santiago. Hasta aquí nada extraordinario. Lo que me desconcertó de esta italiana de gentilicio apetitoso(boloñesa), fue cuando el momento en que empezó a descargar su conciencia conmigo confesándome que se había “escapado” de su casa, ocultándole a sus padres el destino de sus vacaciones. Mujer... Daniella, (le dije yo como si la conociera de toda la vida), a tu edad..., ...y profesora...( quiero decir independiente económicamente), y que tengas que fugarte para hacer el Camino….a todo esto la bolognesa, mientras me escuchaba, se iba cambiando la indumentaria durante el trayecto: rodilleras, coderas, calcetines, zapatos de deporte…llegó un momento en que pensé que iba a salir por la puerta de emergencia para empezar el Camino en la nube número 7…uffff..,pensé, cuánta gente rara recorre el cielo.


Cuando llegamos a  Santiago de Compostela, la ciudad estaba tomada por la policía, se ve que alguien había filtrado que llegábamos Ángel y yo, aunque se excusaron  diciendo que era por el  25 de julio, festividad del Patrón de España. Eso sí, en cuánto tuve oportunidad me colé en la Catedral y al abrazar al santo le musité al oído:
- "Mira Santiago,así no, eh…esto es un despropósito: un helicóptero 24 horas, 3000 policías registrando mochilas, Cuánto dinero desperdiciado. Un poco de austeridad, en nombre del jefe.O normalizamos, o cerramos el chiringuito."
 El santo me miró de reojo, con sus ojos de madera y, sin decírmelo, me lo dijo:
- "Ya no mando yo, Manolo, o es que no te has Feijao...".


 Esto sí. Esto ya es otra cosa. La Torre de Hércules nos devuelve a la realidad. Subir sus doscientos y pico de escalones te hacen valorar lo difícil que es llegar al cielo (ser bueno que decían los curas de sotana). Claro que una vez has llegado sudoroso, dejándote la piel por el camino, y observas media docena de aviones de  low cost acercarse mucho más que tú por aquella escalinata al Todopoderoso, y por apenas 50 euros, te da que pensar si mereció la pena el esfuerzo, considerando que el cielo, como el infierno, sólo son dos mentiras más.                                   



Y por  fin la mar, cambiante, novelera, tranquila y brava, desconcertante. Una brújula asentada en la tierra hace el vano intento de guiarte: norte, sur, este u oeste. Pero con una mar así, mejor pisar tierra firme.


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