CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, diciembre 31, 2022

LA ÚLTIMA NOCHE DEL AÑO

El día de nochevieja quedábamos, a mediodía, media docena de amigos para tomarnos media docena de cervezas, media docena cada uno, claro.

Normalmente íbamos a la peña sevillista, cuando la peña sevillista estaba en la tercera planta del Teatro Cerezo por la parte que da frente al Resbalón.

Por allí andaban Juan Eslava, Luís “el alcaldito” y Escamilla estrujando los arenques en la bisagra de la puerta. No había mejor compañía para echar la última tarde del año.

Cuando echábamos una ronda, siempre decíamos: “…echa la última Luís”, con lo cual había seis últimas, y la que echaba Luís, que era la séptima.

Y claro, cuando llegábamos a casa para tomarnos algo caliente que nos compusiera, (léase puchero), nos decía nuestra santa madre: “que mala cara traes hijo, ¿por qué no te echas un rato antes de ir a la fiesta?

¿Un rato mamá?, si me echo un rato me levanto para recoger los caramelos de la Cabalgata.

Total, que nos encajábamos en la fiesta de nochevieja con el estómago lleno de fideos, disfrazado con el mismo disfraz del año pasado (porque entonces la gente se disfrazaba en nochevieja) , dos lukumbas (que era cognac con batido de chocolate), y los Bee Gees cantando “Demasiado cielo”,


Entonces nos arrimábamos, con más miedo que Curro Romero, a la niña a la que le habíamos echado el ojo nada más entrar en el guateque.

 ¿Bailas?, (le decíamos, con el cubata en una mano y un cigarro en la otra)

¿Contigo?, (te decía con desprecio aquella que, hasta aquel preciso instante, te parecía la más bonita del mundo)

Menos mal que, antes de seguir la conversación, se acabó la canción y se encendieron las luces.

—¡Noooo…, conmigo no!, con aquel que está solo en la barra. Es que es muy tímido y me ha pedido que viniera a hablar por él.

Bendita la hora en que se me ocurrió aquella “salida” porque, cuando le ví el careto con la luz encendida, tuve que pedir el tercer lukumba y luego me tomé el cuarto. 

No estuve estreñido en los siguientes quince días. L´amour.

Manolo Martínez

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