CARPE DIEM
Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.
sábado, mayo 31, 2025
COMO MORIR EN UNA COMUNIÓN POR MOR DE LA CORBATA
sábado, mayo 24, 2025
LAS PAPAS DEL MOLI
Como motos nos poníamos los chiquillos cuando nos compraban nuestras madres papas del Moli.
El Moli hacía las mejores papas fritas de Carmona en una orilla de la plaza arriba.
Rociero y malencarao, Carmelo te despachaba su trabajo en un cartucho de papel de estraza.
Los ojos del mundo conocen a Carmona a través de la Puerta de Sevilla, la Necrópolis, Santa María y su mar de hierba, la Vega.
Pero hay otra circunstancia que nos acerca a un lugar, la memoria del paladar, por ella le será fácil acordarse de Carmona a todo el que haya probado las tortas inglesas de Manolo el de la calle Chamorro, los churros de la Bella, el pez de espada de Gamero o las papas fritas del Moli.
Manolo Martínez
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viernes, mayo 16, 2025
¡ QUE ASCO DE FERIA !
¡Que asco de feria!, dicen quiénes no entiende que nos guste meternos cuatro días en un sitio con menos metros cuadrados kun piso de estudiantes, y compartirlo con cien más.
Cien zopencos que comemos y bebemos al mismo tiempo, que bailamos y tocamos las palmas mientras hablamos a voces sin entendernos.
¡Que asco de feria!, que te obliga a elegir entre mens sana o corpore sano, a sabiendas de que una mens sana necesita gambas a tutiplén regadas por manzanilla, y que un corpore sano requiere ausencia del tutiplén y beber a buchito envé de a tragantá.
¡Que asco de feria! nos repiten quienes no dejan que su corazón bombee Tío Pepe o la Guita mientras escuchan al Pali, quiénes no saben reírse de la vida antes de que la vida se ría de ellos.
¡Que asco de Feria! escupen quiénes
no son capaces de embotellar la alegría, ni aprendieron a emplatar cuatro días
para que parezcan un bufé. ¡Viva la Feria!
Manolo Martínez
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domingo, mayo 11, 2025
EL ESBARATABAILES
— Está en Los Tranquilotes —auguraba Pepito, que es el que menos lo tragaba.
Entonces empezábamos la huída en sentido contrario al de la caseta en la que olíamos/pensábamos que podía estar.
— Aquí no dará con nosotros — decíamos mientras achuchábamos al tercio de niñas que roneábamos para perdernos entre la bulla.
El esbaratabailes se nos pegaba todas las ferias. Nunca pedía, pero siempre tenía un catavinos vacío en la mano que acercaba al primero que veía con media de manzanilla.
¡Que gañote tenía el hijopu!
Pero ninguno de sus descaros nos importaban realmente. Lo que no podíamos perdonarle era lo guapo que era el cabrón, o eso decía la media docena de pollitas que se le pegaban en cuánto aparecía. Desde ese instante no había nadie más allí.
Si querías acercarte a las flamencas que le cortejaban, tenías que entrarles con una ración de adobo, o media botella de la Guita, mientras pregonabas:
—¿Alguien quiere?
A lo que el esbaratabailes contestaba echando al lado con el codo a las pollitas, y arrimando el vaso vacío de manzanilla, mientras ensartaba con un palillo de madera, que tenía en la otra mano, el adobo más doraíto.
Aquel bebecharcos no solo era guapo, sino que bailaba las sevillanas como Antonio Canales. Nuestras pretendidas hacían cola para cabriolear con él.
¡Que ferias nos dió aquel pichabrava!, aquel mindundi relamido con fijata.
Parece que lo estoy viendo cuando, en cada cruce de la cuarta sevillana, nunca miraba a su pareja, nos miraba a nosotros, cuatro panolis con las manos atestadas de raciones, jarras de cerveza y servilletas, para que no le faltara de nada al cagalindes.
Jaceyá cuarenta años de aquella ignominia, pero todavía, cuando me cruzo al robaperas por la calle, se me arruga la frente y me pega un bocao el estómago, y eso que ya no tiene dónde ponerse el fijata y tiene una barriga así de grande. La madre que me.
Manolo Martínez
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sábado, mayo 10, 2025
LA FERIA YA ES DE NUESTROS HIJOS
noto como se alejan, aunque no
salgan de la caseta.
Pero, cuando son ellos los que me miran a mí,
con sus bigotes de espuma blanca,
están viendo, sin saberlo, a mi padre.
Los mismos miedos, idénticos reproches,
la misma forma de estrujar el limón
para regar los calamares;
y la misma manera de recoger el
billete que les doy,
hecho un gurruño, para que no les viera su madre.
Es ley de vida, me dicen los amigos,
con los años…,
Entonces me veo, hace cuarenta
mayos, cometiendo el mismo pecado.
Para disimular que la emoción me
aprieta más que el nudo de la corbata,
me salgo al patio de la caseta, y lleno
los pulmones de aire,
mientras compruebo que allí fuera sigue
estando la feria,
y la vida, a la que uno quisiera salir
para volver a llevarlos de nuevo a los cacharritos,
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sábado, mayo 03, 2025
LA ALBERCA
Cuando paso por la calle “El caño” me quedo en modo quieto/parao al llegar a la otrora taberna de “La Alberca”.
Miro a un lado, miro al otro, y si no viene nadie, pego la oreja a la puerta, por si escucho al pasado.
Y sí, aún se puede oír el bendito jaleo de aquella antigua taberna.
Bajo la morera, un puñado de parroquianos le parten la boca a reyes, sotas y caballos, estrellándolos contra las mesas de hierro, mientras ganan o pierden la convidá jugando a la ronda.
Cervezas, papas fritas y chochitos, era el menú del día en aquel templo etílico en el que convivíamos durante el verano: jubilaos, paraos, estudiantes ociosos de bachillerato y algún ganapán.
Manolo Martínez
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jueves, mayo 01, 2025
EL APAGÓN
Me cago en dié que lo vamos a conocé tó:
los teletubbies, el tsumani, el coronavirus, el volcán de la Palma, los TrumPutin…, y el apagón. ¿Qué nos queda?
No por Dios…, eso no. Prefiero acercarme andando dónde Cristo dió las tres voces.
El día del apagón sólo llevaba una cosa en la cabeza cuando acabé la peoná: comerme el helao que quedaba en el federico (como decía Miliki) antes de que se derritiese.
Con la vainilla cayéndome por la comisura de los labios puse los cubiertos en la mesa: cuchara, tenedor, cuchillo y el móvil. No sé para qué puse éste último, porque el “hijoputa” llevaba sin hablarme desde las 12,33.
Pasé lo que no está
en los escritos porque no sabía cómo comunicarme con el mundo. Estuve apampláo
casi tres horas, hasta que decidí ponerme a escribir cartas, aquellas cosas que
se hacía en la prehistoria para saber de tus seres queridos. La primera se la
escribiría a mi mujer.
Cuando rebuscaba en mi escritorio papel y boli, escuché detrás mía:
— ¿Qué buscas,
cariño?
— Algo para
escribirte una carta —le dije con naturalidad a la que se casó conmigo.
— ¿Una carta? ¿A mí? El móvil ta dejao "listo de papeles".
Entonces me di cuenta de que había personas conmigo: mis hijos, mi mujer, los vecinos…, en fin, humanos, como yo, a las que no veía por culpa del “puto amo”: er móvi.
¡Ay…, que tiempos aquellos en que la gente se desplazaba en burro, se comunicaba en cualquier bujío, alicatándose con chatos de vino, o por cartas, que leían por la noche a luz de una vela! ¿Os acordáis?
“Espero que os encontréis bien al resibo de la presente, aquí todo bien, a Dios grasia.”
Postdata: “Ya ha venío la lú. ¿A que no hay cojones de llevarnos tós un mes con velas y darles un escarmiento en el bolsillo, que es dónde les duele?.
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