...y en el excepcional caso de que el chupete rozara, lévemente, las impolutas losas, lo sumergías, en un santiamén, en desinfectante, o en una olla con agua hirviendo.
La chupa del segundo hijo fue otra cosa, como mucho iba del suelo a un "pacaypallá" en tu pantalón de pana, pero, la mayoría de las veces, iba del suelo a la boca.
Dime, ¿no te sientes muchas veces como la chupa del segundo hijo?
Por ejemplo, cuando ensayas en tu cabeza, una y otra vez, discusiones imaginarias con gente con las que, habitualmente, cuando las tienes frente a frente, te restriegas como un gato y mides tus palabras.
Dime, ¿te ocurre o no?
Y mientras los días se te escapan de las manos como anguilas, tú sigues imaginando lo que le vas a decir mañana. Coño, po díselo hoy.
No es bueno tragarse las cosas, es sano
desembuchar, muy sano.
Manolo Martínez
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