CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


domingo, abril 06, 2025

EL ELEFANTE

Después de estar toda la noche sin pegar ojo me sentía pesado, por dentro y por fuera.

Allí, frente al mar, rompí el banco en el que me senté con el peso de mi problema, pero busqué otro banco más fuerte, mi verdad.

Con ella me fuí volando con media docena de amigos que echaron sus alas por encima de mi hombro y durante el vuelo descubrí el poema de una desconocida, Mabel Escribano, y sus versos resolvieron mi problema:

"Es cierto que no poseo nada, pero en esa "nada", está todo cuanto necesito" 

Manolo Martínez

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sábado, abril 05, 2025

QUIERO UN DINOSAURIO

A veces no tenemos por no pedir,

Nos guste o no, el mundo siempre será de los que reivindican, de los soñadores, no de los que pierden la vida gestionando sus riquezas, como el antiguo gobernador de Ponferrada que ni se lavaba siquiera, por no perder tiempo en la gestión de sus tierras y palacios. 

Les voy a contar la historia de un niño que dijo "Quiero un dinosaurio". 

Me la refirieron en Santillana del Mar, durante unas vacaciones de verano, mientras buscaba lugares en los que distraer a mis hijos y sacarlos un rato de los videojuegos. 

El niño de la historia se llamaba Aitor, y le pidió a su padre para su cumpleaños ver un parque temático de dinosaurios. Recorrieron muchos kilómetros buscando su propósito, pero ninguno de los que vieron les satisfizo. 

 

         Ya de vuelta, el padre de Aitor se propuso sorprenderle y le hizo un dinosaurio a tamaño natural. Fue tal el éxito que tuvo aquel desmesurado regalo, que encargaron, el padre y el tío de Aitor, quince dinosaurios más, convirtiendo el sueño de Aitor en su negocio. 

Paradójicamente, buscando un enclave que pudiera acoger aquella descomunal manada, se toparon con el Palacio de Peredo, antigua residencia del gobernador de Ponferrada, un señor tan obsesionado con el dinero, que ni siquiera se lavaba, no sabemos si por ahorrar jabones o por no perder su tiempo. 

El caso es que dos soñadores, Aitor y su padre, hicieron del palacio del rácano y pragmático gobernador, la vivienda de sus dinosaurios. 

La providencia hizo que aquellos dieciséis sueños se empadronaran en la morada de un materialista enfermizo, dándonos a todos una lección más sobre la estupidez de pasar nuestros días "ajuntando" dinero, en vez de buscando caminos para hacer realidad nuestros anhelos. 

Están en Viveda, una barriada pegada a Santillana del Mar. No dejes de visitarlos si subes por aquellos lares.                    

Manolo Martínez

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