CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


domingo, septiembre 22, 2019

SUERTE, MAESTROS


En la sala de profesores tocan clarines. El miedo disimulado y los machos bien atados.   Reliados en su capote de paseo los maestros se persignan, se miran entre ellos y se desean, con una mano abierta al cielo, suerte, maestros.
 Septiembre. Comienza una nueva temporada. En la barrera del 7, esperan exigentes       (para eso pagan), las asociaciones de padres. En el tendido de sol, sudando la gota gorda, los sufridos padres. Y en el redondel de la clase, ese cada vez más encastado toro negro zahíno, bragao y astifino que es la educación.
  Toreros, gladiadores del siglo XXI, los maestros han sido desprendidos de toda autoridad disciplinar. Mil y un tentáculos sociales le aprisionan sin dejarle respirar. Y hemos pasado del  don  Juan  al  juanillo.  De la letra con sangre entra a “…es que el maestro la tiene tomada con él “.
 El niño demanda un punto de referencia. Necesita de un maestro respetado, no de un amigote. El maestro es el maestro. No le liemos los esquemas a las mentes infantes. La  sociedad precisa de su madre nutricia, doña educación. Es la que amamanta a ese ejército de pequeños dictadores de entre 4 y 15 años.
 Nuestros hijos tienen su cuarto repleto de juguetes y vídeos, y sus mochilas llenas de derechos sin obligaciones. No podemos toserle a un mocoso de 6 años. Ni padres ni maestros son referentes ni pilares. Se invirtieron los papeles. Ellos mandan, la rebelión de la granja.
No estamos educando, estamos creando un mundo de irresponsables, consentidos, llenos de privilegios. Les hemos robado las ilusiones, la imprescindible lucha por conseguir metas. Todo se lo damos hecho a cambio de un beso.
  No es ese el camino. Por su felicidad, metamos también en sus mochilas, responsabilidades y obligaciones, y sobre todo, un bocadillo diario de RESPETO A  LOS  EDUCADORES.  La  educación es el mayor de los cortijos que podemos dejar a nuestros hijos. Arrimemos el hombro, respetemos nosotros primero a los maestros. Ya va siendo hora, crezcamos (por  dentro)                                               
                                                                                            Manolo   Martínez

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