Las cámaras de vigilancia
han existido siempre, puede que su formato fuese distinto, pero su función
básica: recolectar, almacenar y reproducir información, eso, lo hacían ya
nuestras abuelas cuando, asomadas a su balcón abrían sus radares de par en par.
No utilizaban teclados, ni ratones, para acceder a la información y navegar por
ella. Su labia, y su cháchara, eran los dispositivos, inalámbricos, que le
facilitaban el acceso, a cualquier noticia o chisme. Todo lo que respiraba, y
pasase, a menos de diez metros de sus solios, debía hacer una paradita, para,
“descargarle” las novedades, a las guardianas del bien, quienes propiciaban,
aquellos encuentros informativos, y confidenciales, con éste santo y seña:
- Buenas noches, fulanito, ¿cómo estás? Oye, ¿y tu
padre?, hace tiempo que no lo veo, anda que no hemos jugado nada tu padre y yo…
Captada la presa, se
procedía a la extracción de todos los pormenores posibles.
Que si cuántos años
tenía, en qué trabajaba, que si se casó, que si tenía niños, que dónde iba
ahora…copiar y pegar, copiar y pegar, en su insaciable disco duro. Una vez
exprimido el sujeto en cuestión, se le dejaba ir.
- Ea…pues vaya usted con
Dios…hasta otro ratito. Buenas noches.
A partir de ahí, cualquier internauta (vecino, amigo, conocido o desconocido),
daba la contraseña de acceso : - Buenas noches, ¿cómo estamos?, y tenían acceso
inmediato a todos los informes, mensajes, y datos recopilados. Como aún no
existía el cd, nuestras abuelas utilizaban su propio formato, el rumor, muy
barato por cierto, porque se podían regrabar cuántas veces se quisiera, y
volvía a estrenarse. En cuánto a las herramientas de tratamiento de textos, las
tenían todas. Si querían darle importancia a la comunicación que iban a dar, en
vez de negrillas, ó subrayado, bajaban la voz hasta el susurro, e introducían
el mensaje, con la misma coletilla siempre:
- Mira, no se lo vayas a
decir a nadie, por lo que más quieras, te lo digo a ti porque eres tú… no te
has enterado de que…
Normalmente, la mayoría de las veces, la noticia era una barriga (que es como
se le llamaba a los embarazos fuera del matrimonio). Entonces, el usuario, ó
interlocutor, en vez de pulsar INTRO, para confirmar, exclamaba un: -¡No me digas….anda ya, mujé…¡
Terminado el proceso, la consulta telemática, se procedía a la desconexión.
Nada de darle cien veces a escape, para abandonar la sesión, símplemente las
abuelas abandonaban el balcón y echaban la persiana, recitando su santo y seña:
- Me voy pá dentro, que estoy baldá de las piernas.
Escrito por Manolo Martínez
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