Carmona es una moza guapa y
decidora, no sobrada de carnes, pero bien plantá.
Por eso, cuando la contemplas recién levantá y peinada de
nubes, junto a la iglesia de San Pedro, la memoria te cosquillea aquello de “A quién Dios se la dé,
San Pedro se la bendiga”.
Texto: Manolo Martínez
Fotografía: Ramón Rodríguez
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