LO MÁS BONITO DE CARMONA

A quién no le ha dicho su abuela: ¿dónde va lo más bonito de Carmona?

Independientemente de la noche que le hubiese dado el abuelo, de si las medias le apretaban más o menos, ó de la última analítica general, nosotros siempre éramos, para nuestras abuelas, lo más bonito. Lo más bonito de la casa, lo más bonito de la feria, lo más bonito de Carmona. Pero el tiempo, ese cabroncete que nunca miente, se ha colocado su peluca de rizos blancos, se ha metido en su toga negra, ha asido su maza y nos ha hecho callar para escuchar su sentencia: -Tú no eres, ni de lejos, el más bonito de Carmona. Ninguna de tus novias, te aclamó en ningún momento de esas maneras. Ni tu padre, ni tu madre, ni tus hermanos, ni el mejor de los amigos te proclamó jamás de los jamases como el más bonito de Carmona. ¿Y tu jefe, pregúntale a tu jefe si te considera el más bonito de Carmona? No, no, mejor no se lo preguntes. Y tú, sin serlo, te has llevado veinte o treinta años asumiendo ese trono. Tantas veces te lo dijo la abuela, que no has podido desprenderte de ese estigma hasta que la alopecia, la indiferencia femenina, o el espejo, te han voceado al oído:

 ¿Lo más bonito de Carmona?, "tequiejí"

Las abuelas no nos mintieron, sólo alteraron la verdad. Y ahora que comprendemos la importancia de no hacer lo mismo con nuestros hijos, se nos monta una carnicería en la cabeza que "paqué". Las cigüeñas, que ya no traen niños, se comen a los ratones que ya no se llevan los dientes de leche a cambio de regalos. Al tío martinito, que nunca habitó en los pozos, se lo "jala" el más bonito de Carmona, y al coco, ese que nunca nos dejó dormir a gusto (¿quién es el guapo que se entregaba a Morfeo, mientras te amenazaban :…duérmete niño, duérmete ya, que viene el coco y te llevará…?)

Manolo  Martínez