En la
navidad de 1962 se perdió Chencho entre los puestos de figuritas de belenes
que sembraban la Plaza Mayor de Madrid, y con él nos perdimos un poco todos. Desde entonces, hace ya 57
años, Pepe Isbert recorre con su maravillosa voz ronca los rincones de nuestros
recuerdos:
- ¡Cheeeeencho, Cheeeencho...!,
señora ¿ha visto usted un niño solo, así
como perdido?
Los
tiempos han cambiado tanto que si hoy se extraviara Chencho los whatsapps
galoparían de móvil en móvil hasta dar con él y nos dejaría sin uno de los
momentos más tiernos de la cinematografía franquista que premiaba a las
familias numerosas. Pero también es cierto que si hoy, con un despido libre
soplándonos el cogote, despidieran a Alberto Closas sin un euro a cambio, y
Pepe Isbert siguiera sin revalorizar su pensión desde hace 10 años, no tendría
nada de raro que el cuento cambiara, y el abuelo recorriera la Plaza Mayor intentando
“colocar” a Chencho.
- Señora, ¿quiere usted un niño? No come mucho,
y es tan bueno…se lo llevo a su casa si usted quiere…
Con
aquella infame reforma laboral que nadie se atreve a tocar, se nos quedó a
todos la cara de Pepe Isbert mientras mojaba la galleta en el vaso de leche
calentita, mientras suspiraba a la espera de que ocurriera un milagro, pero el
único milagro que hasta hoy hemos visto es que Raphael sigue, mil años después,
cantando “El pequeño tamborilero”. Dan ganas de tocarlo y comprobar que es él y
no el fantasma del pasado del “Cuento de Navidad”. Sí que han cambiado las
cosas. El día de Nochebuena lo pasamos de bar en bar, y para cuando llega la
cena familiar, nadie tiene cojones de trinchar el pavo por la cogorza que a
esas horas ya llevamos. Las luces led han sustituido a aquellas horteras tiras
brillantes verdes, rojas, plata y oro, y los abuelos ya no presiden las mesas
de Navidad, son canguros por decreto ley, que se quedan con los Chenchos de
turno mientras los padres seguimos la juerga desde la una de la tarde hasta las
tres de la mañana del día de Navidad.
Hemos
perdido, como en tantas cosas, los papeles, menos mal que aún nos quedan los
anuncios de El Corte Inglés, la lotería, las reposiciones de las películas de
Azcona, la campanilla sonando en la última escena de ¡Que bello es vivir!, y la
paga de navidad (el que la tenga).
Estaría
bien que tú, LECTOR, escribieses aquí algo de lo que aún no hemos perdido.
Felices Fiestas a todos
Manolo Martínez
2 comentarios:
Siempre nos quedará Paris, en mi caso pendiente de visitar, el árbol de Navidad, las trabajosas cenas de Nochebuena y demás comidas específicas, los regalos del día de Reyes, los buenos propósitos para el Año Nuevo y las ganas de que acaben las fiestas ya, que son muy largas y en nada se parecen a las de "Mujercitas". Pero cada año deseo que llegue esta fecha, la tengo guardada en el disco duro de la memoria como algo especial que alguna vez me va a sorprender. Y estoy esperando que lo haga.
Feliz Navidad a todos. Un besazo.
Siempre me alegra verte por aquí Lola. Yo tambíén espero estas fiestas con incertidumbre, y una pizca de nostalgia, pero siempre las disfruto. Hay muchos tópicos, pero también hay mucha ternura, reuniones, risas. la vida en estado puro. Un beso con ajonjolí
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