CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, junio 05, 2021

LA PECERA

Cada vez que tengo un conque que resolver me siento delante de la pecera de mis hijos y observo el silencioso ir y venir de los peces de colores.

Pablo, el mayor, reconoce al momento si alguno tiene problemas, cuando ve que se quedan en el fondo de la pecera o nadan sin prisa cuando les echa la comida. Eso le preocupa y le falta tiempo para buscar información.

El otro día nos sentamos mi mujer y yo a ver a los "niños", que es como llamamos a los peces de colores. Pegado a la paridera que Pablo y Ángel instalaron para apartar a los recién nacidos, había un pez macho. No se retiraba de allí porque dentro estaba su pareja a punto de parir. ¡Qué hermoso el instinto animal!, nos dijimos. Al final son igual que nosotros. A lo mejor no saben hacer raíces cuadradas ni se visten en Zara, pero en lo básico...

Pablo no quiere que nada malo les pase a sus peces de colores, como nosotros con ellos, por eso, a veces pensamos, que no estaría mal meter a los hijos en una pecera y verles crecer allí, sin malas compañías, sin alcohol ni tabaco, sin coger el coche, sin deshoras, sin ninguno de los miedos que nos azuzan a los padres.

No nos cansamos de observar los peces de nuestros hijos. Nos da paz. Les damos de comer, les remiramos, les apagamos las luces y cerramos la puerta del cuarto en el que está la pecera. Pablo siempre se vuelve en el último momento, abre un poquito la puerta y, por la rendija, les echa el último vistazo. Pues como nosotros...

Manolo Martínez


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