CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, enero 14, 2023

MARÍA

Han pasado muchos inviernos, meteorológicos y emocionales, desde que descubrí un escondite en Sevilla en el que resguardarme de los dos fríos. Es un coqueto restaurante italiano en el que hace años cenaba, una vez a la semana, al salir de mis clases nocturnas de Filología en la Universidad. 

Siempre me sentaba en el mismo sitio, un rincón rodeado de fotografías en blanco y negro de artistas, invariablemente envueltos en las canciones italianas de toda la vida: “Arrivederci Roma”, “El Mundo”, “O sole mio”... 

En aquel sugestivo entorno, yo cubría un plato de espaguetis bolognesa, o un lomo Cosenza, con una nevada de queso, y entre nevada y nevada, María me llenaba la copa de vino italiano con el que repasaba mentalmente el examen que acababa de hacer, o me lamía las heridas de cualquiera de los baches, que todos tenemos en la vida. 

Con tanta pasión me entregaba a aquellos culinarios placeres que empecé a apaisarme, a ser más horizontal que vertical. 

Menos mal, que la sempiterna sonrisa de María, alumbraba el rincón y mis entendederas. 

Jamás mostraba, ni muestra, un mal gesto, una mala cara, una señal de cansancio, un exceso de conversación ni un defecto de atención. María tenía, y tiene, tan medidos los tiempos que nada en su trabajo sobra ni falta. 

He llegado a pensar que María no sufre los problemas que a todos nos inundan. 

Que gana un gran sueldo, que sus hijos ya están formados y trabajando, que su marido le ha preparado la cena y ha recogido la cocina cuando llega a casa, y que, además, es dueña de todo el tiempo libre que sus aficiones le demandan, porque, no me cabe la menor duda, de que nadie puede ser tan profesional como para esconderse de todo, y de todos, todo el tiempo, tras una sonrisa. 

Sería imposible que María tuviera esa calma chicha en sus maneras, esa paz trabajando a deshoras, ese buen quehacer sin rendijas, si todo lo anterior no adornara sus días.

María tendrá, inevitablemente, una vida plena, sin frustraciones ni necesidades, porque de no ser así, yo me sentiría muy pequeño, insignificante y estúpido, como una lagartija a la que le cortan el rabo y el rabo tiene más vida que el resto de la lagartija. 

Y así me sentí cuando comprobé, entre conversación y conversación, que María tiraba del mismo carro que tiraba yo, pero con alegría en vez de con quejas, y además, sin tiempo para pijadas, como provocar una nevada de queso sobre un lomo Cosenza, y mucho menos para destripar morfemas.

Desde aquel hallazgo, cada vez que vuelvo a mi escondite, charlo con ella mientras como, y después de pedirle la cuenta, salgo a la calle y enciendo un cigarro alumbrando la fría noche, e intentando sin éxito, imitar la sonrisa de María. 

 Manolo Martínez

Hazte seguidor, aquí abajo, de mi Tertulia "COMER, BEBER y HABLAR"

No hay comentarios:

quizas te interese

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...