La Virgen de la Cueva está en un pueblecito de Castellón, Altura, en una gruta de 20 metros de profundidad que sirvió de refugio a los pastores y su ganado.
Pero, ¿y ahora?, ¿ a quién hay que cantarle ahora para que frene el chaparrón?
O a lo peor es que le hemos rezado demasiado, porque nos estamos comportando como el niño que esconde una piedra detrás de su espalda mientras mira con un ojo a su padre diciéndole “Voy a ser güeno papi”, y con el otro ojo hace puntería para lanzar la piedra al cristal del vecino, en cuánto papi se vaya.
Igual
es que hay que lanzar menos humo al cielo, soltar la piedra que escondemos, y
luego, eso sí, el que quiera, rezar, pero primero soltar la piedra, ¿no creen
ustedes?
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