“Tenemos que hacer esto y lo otro.
Ver a Fulano y Mengano, comprar salchichas y tocino viejo, que le da un buen
sabor a la sopa, coger un poco de laurel y de orégano, buscar a un hombre que
blanquee el corral este verano y que arranque las hierbas, comprar cuatro o
cinco quesos, mirar las humedades, llevar un obsequio a prima Angelita que ella
siempre que vamos nos manda unas docenas de huevos y unos dulces y hay que
corresponder.
Y otro queso, y otro kilo de salchichas para la médica y la enfermera que la atienden en el ambulatorio, y poner en las ventanas del desván una tela metálica para los pájaros, que lo ensucian todo, y todo lo estropean, ir a buscar cardillos y criadillas, y si es buen año de habas, comprar cinco o seis kilos, y oyéndola yo pienso que así es la vida, que así ha sido siempre, y está bien que sea así.”
(“El balcón en invierno”, Luís Landero)

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