Tiene mi mujer costumbre de dejar encendidas estas luces cada vez que mis hijos salen de casa.
Es su hermosa manera de tener presente que alguien de la familia está fuera y tiene que volver. Es como un faro en el corazón que nos mantiene atentos a que no todos estamos en el hogar y esperamos su llegada.
Algo así como la lámpara de aceite de la que habla la Biblia, el testigo, la luz que nos dice que falta una luz.
... por cierto, cuando yo me voy al Bar Tota nunca las enciende.
Manolo Martínez
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