Desde que los austrolopitecus golpeaban la carne cruda para aplastarla, y poder así, masticarla mejor, hasta sentarnos en el Bulli, restaurante del considerado mejor cocinero del mundo, han pasado casi dos millones de años, (tiempo estimado para poder abandonar la lista de espera de la que alardea Ferrá Adriá). Entre ambas situaciones, una interminable retahíla de inventos culinarios. Desde la machacadera hasta la termomix, o desde la receta del potaje, a la del flan de salmón con salsa de Oporto, todo, contribuye a conformar ese universo, en el que los aromas te abrazan y los sabores te besan. Alimentar el cuerpo es una tarea manejable, pero nutrir los sentidos c´est autre chause, es conseguir hacer que, en tu cocina, nazca un arco- iris, en la sartén, o en la olla, con los siete olores del sofrito. Cocinar, cocinar bien, es una virtud, un talento, un don, un patrimonio, generoso y transferible. Aderezar, condimentar, es ponerle lencería fina a las viandas, a la pasta, o a una simple colifllor, es una destreza que, el amor a los fogones, engendra. Comer bien pasa a ser un placer, cuando el deleite se mide en una pizca, un chorreoncito, o dos cucharadas soperas. Guisar es un viejo oficio al que las hamburguesas, y las pizzas, han puesto contra el paredón. Pero asar, hervir, tostar, freír, dorar, cocer, estofar o adobar, no sólo sirven para seducir al paladar, sino que son un inmejorable puente para establecer relaciones sociales. No hay negocio que se precie, ni consenso, familiar o estatal, que no se rubrique delante de un tentador plato. Se erige, pues, la cocina, (tanto si eres el cocinero como si eres el consumidor) en uno de los grandes placeres que nos ofrece la vida, favorecido además por su accesibilidad para todo el mundo.
El periódico local CARMONA INFORMACIÓN nos ofrece en cada número, una sección de recetas titulado DE MIL SABORES, a cargo de María de Gracia Carrera, una enamorada de este arte que, con toda seguridad, te alegrará los sentidos con su arco iris culinario. Doy fé de ello.