Dos dedos de barro le bastan a este
Buda para ridiculizar nuestro supuesto progreso, mientras el silencio del cielo
se traga de un sorbo las revoluciones del cuatrimotor volador. Paradójicamente
es el mismo hombre que engendró a Buda, el que ahora intenta sobrevolarle. Este
empeño estéril por alejarnos de nosotros mismos precisa de la cordura de
Virgilio cuando amaina nuestras insatisfacciones con solo tres palabras: Spes
Sibi quisque (Cada cual es su propia esperanza). Ahora haz tus ejercicios de
Tai chi, sal con tus amigos y riega este pensamiento con whisky barato. Luego,
de vuelta a casa repítete compulsívamente: "Spes
sibi quisque". ¿Qué whisky bebería Virgilio antes de parir esta
obviedad? Seguro que era un buen reserva, (teniendo en cuenta que era de hace
unos 30 años antes de Cristo, que es cuando Virgi andaba por la tierra) En fin,
que da igual que te refugies en la meditación, como que te vuelvas un adorador
del capital, que sobre las doce de
noche, cuando te metes en la cama, solo quisque te acompaña, eso...si no te conviertes en
calabaza.
Escrito por Manolo Martínez