Mirar
la vida a través de la música es casi un artículo de primera necesidad. Vestir la
alegría con un pasodoble, aligerar la tristeza con una melodía, acompañar las
risas con el redoble pícaro de un tambor, adornar un atardecer con un adagio, o
despertarte con un allegro como vuelta a la rutina diaria, son patrimonio de la
felicidad. La música deberían recetarla los médicos, como un bálsamo sin
efectos secundarios, y venderse en las farmacias, en cajitas de música, una
composición para cada mal.
Carmona tiene la suerte de contar con una excelente
banda que cumple tres impagables funciones.
La primera, meterle el gusanillo de la
música a los niños, con sus clases de solfeo, su paciencia, y su
generosidad para todo el que se acerca para disfrutar de la música. La segunda
es ser una inmejorable embajadora de
nuestra ciudad, paseando el nombre de Carmona por cualquier rincón de
Andalucía, desde la señera Semana Santa de Málaga hasta un cada vez más
numeroso reguero de pueblos esparcidos por toda la geografía andaluza, y la
tercera, ser un estupendo elemento
socializador, que propicia que los padres, parejas o amigos de los componentes se conozcan, conversen, y
compartan viajes y vivencias.
No
quisiera deja pasar la ocasión de agradecer a su actual director, Antonio Sabín, su absoluta entrega a
tan encomiable cometido. Tener la capacidad de transmitir a un niño el amor por
la música es algo que no está al alcance de cualquiera. La técnica, el
conocimiento del solfeo, la disciplina del ensayo…todo eso forma parte la
formación adquirida por cualquiera que se dedique a la docencia, pero, lo que
realmente empapa el espíritu de un niño, de un aprendiz, de uno que empieza en
cualquier nueva ocupación son las maneras, la forma en que el profesor
transmite los conocimientos. Antonio Sabín tiene ese don innato, ese agrado
sempiterno, ese saber estar que le hace ganarse, aparte del respeto, el aprecio
sincero de sus alumnos. Todo lo dicho sobre Antonio se le puede adjudicar sin
ningún reparo a su mano derecha, Alexis,
músico vocacional, paciente y cómplice de sus alumnos.
Gracias
a ambos por hacer a nuestros hijos, a través de la música, mejores personas .
Escrito por Manolo Martínez