CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, octubre 21, 2023

TE ECHABA DE MENOS

Te echaba de menos, a pesar de que llevas toda tu vida entrando y saliendo de la mía.

Todos los años digo lo mismo: “Hasta aquí he llegado. Tengo que dejarla”, pero  vuelvo a caer en cuanto observo tu cuerpo, terso y tierno, debajo de tu vestido transparente. 

Estabas como siempre en el mostrador, en la esquina, como las mujeres malas, esperándome, segura de que yo te buscaría una vez más, y eso que hace tiempo que mi galeno me advirtiera que no me convenías. 

Aún así te busco, te cojo con deseo y te desnudo, quitándote ese vestido de celofán que tanto te favorece, antes de hacerte mía.

Este año retrasaré la analítica hasta febrero, para que nunca diga que no lo he intentado. Para entonces, espero tener claro que lo nuestro no tiene futuro, al menos hasta las próximas navidades, si Dios, y el colesterol, quieren.

            Manolo Martínez

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sábado, octubre 14, 2023

TODOS NOS CONVERTIMOS EN NUESTRO PROPIO PADRE

Mi padre siempre se quedaba dormido viendo la tele. Entrelazaba los diez dedos de sus manos, como los niños cuando reciben la primera comunión, y luego iba cerrando despacio los ojos hasta que mi madre le decía que había que irse a la cama.

Con ese mismo protocolo me quedo yo dormido ahora mientras miro la tele: entrelazando los dedos y dejando caer los párpados con todas las “asauras” del mundo.

Mi padre siempre perdonó mis equivocaciones, la mayoría de las veces lo hacía con sus silencios, y eso intento, sólo intento, hacer yo ahora con mis hijos.

Todos estamos condenados, bendita condena, a convertirnos, con el paso de los años, en nuestros propios padres.

Escribe J.J. Millás que todos nos sentimos raros, cuando tenemos la edad de nuestros padres cuando nuestros padres comenzaron a envejecer. Y continúa escribiendo: "... de un tiempo a esta parte, veo en todos los espejos en los que me miro a mi padre. Cuando me peino, si lo hago frente al espejo, peino a mi padre. Y cuando me corto el pelo de las orejas, resulta que le corto el pelo de las orejas a mi padre".

Intento transmitirles a mis hijos las mismas cosas que él intentaba endosarme:

“... hay que estudiar o trabajar, ser honesto, prudente, generoso…, buena persona por encima de todo”.

Pero empiezo a entender algo, que no sé si mi padre asimiló, que la vida tienes que vivirla en primera persona. De nada sirve que otro te la cuente una y otra vez, aunque ese otro sea tu padre.

… y menos mal que sucede así, porque, ¿qué nos quedaría por descubrir si ya otros se encargaran de adelantarnos lo que nos va a ir pasando?

            Manolo Martínez

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domingo, octubre 08, 2023

LA CHIMENEA QUE ENSUCIA EL CIELO

 


Mi padre se fue de este mundo con una pregunta sin contestar que le escuché hacerse toda su vida, ¿por qué hay gente mala? 

Era tan bueno que no le entraba en la cabeza que hacer el mal formara parte del mundo. 

Hace poco, curioseando en una pequeña librería de Sevilla, me tropecé con un libro cuyo título me cogió por el cuello: “Sobre la política y el odio”, de Václav Havel, quién, casualmente, compartía con mi padre muchas cosas. 

Ambos nacieron el mismo año, y murieron, de la misma enfermedad y el mismo año, 2011, maldito año. Mi padre vino al mundo un día 18 y se fue de él en octubre. Václav nació en octubre y nos dijo adiós un día 18. Por si fuera poco, mi padre tuvo su primer hijo el mismo día que a Václav le dieron el Premio Príncipe de Asturias y Humanidades, un 11 de abril. 

Pero, lo que me dejó con las manos pegadas a aquel libro, y la vista abrazada a sus palabras, fue que al hojearlo parecí encontrar las respuestas a la eterna pregunta de mi padre, ¿por qué hay gente mala? 

Ahora que los malos vuelven a montar una guerra, he abierto el libro, y leído esto: 

“Los malos son como los niños malcriados, que piensan que su madre está ahí sólo para adorarles. A sus ojos, todos es culpa del mundo que les rodea. Las personas que odian acusan a su prójimo de maldad, es decir, que proyectan su maldad sobre los demás. 

El odio es único: no hay diferencia entre el odio individual y colectivo; quien detesta a un individuo sucumbirá al odio colectivo: —religioso, ideológico o social— La colectividad de aquellos que odian “legaliza” la agresividad. 

En el subconsciente de los que odian duerme el perverso  sentimiento de ser los únicos representantes auténticos de la verdad completa, y por lo tanto, de ser unos superhombres a los que el mundo les debe reconocimiento. 

Detrás del intento de poseer el petróleo, el gas o el territorio, hay un enfermizo afán de poder, y en esa urgencia por dominar al otro, hay una necesidad de ser admirado, querido, idolatrado… 

Por tanto, el que odia, el que provoca una guerra, es, en el fondo, un desgraciado que no se siente querido y que nunca podrá ser feliz. 

Pero, lo malo de los malos, es que están entre nosotros, son como esas chimeneas que ensucian el cielo con el pretexto de que están fabricando.

Manolo Martínez

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sábado, octubre 07, 2023

EL CUADRO DE CABELLO


Dicen los enteraíllos que este cuadro del ciervo acosado por una jauría de perros es de Paul de Vos, pero se equivocan de "toas toas", porque este cuadro era de Cabello. 

Lo sé porque yo estaba delante la tarde que mi padre se lo compró a Antonio, el que llevaba la tienda de Muebles Barrera en el Paseo del Estatuto, justo donde ahora está la tienda de los chinos. 

El día que mi padre colgó en la pared del salón esta jauría de perros, nadie quería sentarse a cenar dándole la espalda.

Era una sensación angustiosa, como si en un cualquier momento, uno de aquellos galgos decidiera soltar al venado, y saltar del cuadro a  uno de nosotros, a sabiendas de que seríamos un  bocado mucho más tierno.

Recuerdo a mi abuela sorbiendo la sopa sin despegar los ojos del lienzo.

Tampoco he podido olvidar el día que “echaron” en la tele “Bambi”, porque, por cada cucharada de fideos que yo metía en mi boca, mis ojos echaban al caldo del puchero, un “viaje” de lágrimas mientras miraba de reojo a los perros zamparse a otro pariente de Bambi.

“Lo van a dejar solo en el mundo”, pensaba sin poder parar de llorar. 

Yo estaba seguro de que aquel cuadro sólo estaba en mi casa, pero, con el tiempo, comprobé que raro era el hogar de los años 60 o 70, que no tuviera una copia del cuadro que compró mi padre a ditas. 

…anda que no vendería cuadros Cabello...

Para que ahora vengan los eruditos diciendo que el cuadro es de Paul de Vos. De Cabello, coño, de Antonio Cabello el de Muebles Barrera primero, y Muebles Cabello después. Una maravillosa persona, dicho sea de paso. 

Manolo Martínez

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domingo, octubre 01, 2023

Andiamo

                                                                                             
Volar juntos a diario, ser vecinos en el tiempo y en el espacio, precisa del reposo. 

Y es ahí, en la quietud, dónde oteas el cielo, atisbas el precipicio, observas la circunstancia, y esperas que el viento te haga levantar de nuevo el vuelo, que no revoloteo, habiendo aprendido que la única forma de volver a volar juntos, es que cada uno lo haga con sus propias alas.  

Andiamo.                                             
                                                                                                                    Texto: Manolo Martínez
                                                                                                                     Foto: Fernando Baeza

              

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