CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


sábado, junio 30, 2018

¿Quién mordió la manzana de Apple?


El día de Nochebuena de 2013, su Graciosa Majestad, Isa segunda de Inglaterra, tuvo el gesto de exculpar al científico y matemático Alan Turing. ¿El delito de Turing? Era homosexual. La monarquía inglesa necesitó 60 años para limpiar el nombre del profesor universitario e insigne investigador, que fue uno de los padres de las primeras computadoras.
¡Qué grande son las monarquías que condenan y condonan en un plis-plas!
Alan Turing fue una mente privilegiada que además de elaborar complicadas teorías matemáticas y de contribuir a engendrar el mundo de los ordenadores, descifró códigos nazis durante la segunda guerra mundial, contribuyendo con dicho trabajo al acortamiento de la contienda, o traducido, ayudó a que se salvaran muchas vidas durante aquella locura.
Pero todos estos logros no fueron tenidos en cuenta por la puritana sociedad inglesa que lo arrestó en 1952 por cometer ese imperdonable delito de tener una tendencia sexual distinta a la que marcaban los cánones de buena conducta, era homosexual. Humillaron a este genio que tuvo que elegir entre la castración y las inyecciones de estrógenos. Indujeron a Turing a una depresión que le hizo darle un mordisco a una manzana envenenada con cianuro. Aún hoy hay quién defiende que fue un asesinato y no un suicidio. De cualquier manera, aquel bocado a la manzana, puso fin a una de esas vidas que han mejorado la humanidad, y esa humanidad, paradójicamente, le aniquila. Chapeau...
Steve Jobs, cofundador de Apple y conocedor de esta cínica historia, quiso homenajear a Alan Turing eligiendo una manzana mordida como símbolo del gigante informático Apple, hermoso guiño a la memoria del genio Turing.

Manolo Martínez



martes, junio 26, 2018

La gran belleza del CARPE DIEM


Si escuchas esta pieza musical de La Gran Belleza
mientras lees esto, no te sabrá igual, prueba.


En la película "El Club de los poetas muertos", el profesor que encarna Robin Williams invita a sus alumnos a que hagan que sus vidas sean extraordinarias. La escena es inolvidable. Los colegiales se ponen delante de la vitrina que guarda la imagen de los antiguos estudiantes de aquella academia, y acercan la oreja a la vetusta fotografía mientras el mentor de literatura susurra en sus oídos:

- ...Caaar-pe...Diii-eemmm..., ...caaar-peee...diiii-emmmmm....

Muchos  basan su existencia en un ficticio mañana: mañana dejo de fumar, mañana comienzo la dieta, mañana estudio o mañana cambio mi intención de voto. El hoy, y el aquí-ahora, se nos escurre de las manos como una lagartija, y mientras tú haces piruetas para sujetar esa escurridiza metáfora, los días siguen desfilando con disciplina militar, uno detrás de otro. Los mañanas de ayer son los ayer de hoy, el vértigo.
Buda pensaba que una de las claves de la felicidad consistía en vivir en presente, sin que el ayer ejerciera de ancla, ni el mañana de ansia.
Los abuelos añoran volver y los hijos sueñan con llegar, con lo que tenemos un pasado que ha colgado el cartel de "No hay billetes" y un futuro con otro aviso incómodo, "Reservado el derecho de admisión". Y entre ambos carteles, la lagartija que sigue corriendo por encima de las aguas.
                       
John Lennon dijo que la vida es aquello que nos ocurre cada día, mientras nosotros nos empeñamos en diseñar otra historia distinta.

Y sin embargo, y a pesar de Robin Williams, de Buda, de John Lennon y de la lagartija, nos tiramos a la yugular del primero que nos quita el aparcamiento, o del que nos adelanta al coger el ascensor, o peor aún, no perdonamos a quienes no piensan igual que nosotros, y esto si que es vivir sumergido, hundido en el "Deperdi Diem" ("Pierde el momento").

Carpe Diem no es pulsar el emoticono "Me gusta" a cada instante de nuestra existencia. Carpe Diem es pulsar intro en "Aceptoloquemeocurreaquíyahora", aunque quien resumió todo este galimatías de mejor manera fué Bob Dylan: "Aquel que no se preocupa por vivir, se ocupa de morir". 
Maravilloso Dylan, seguro que hubiese sido un gran domador de lagartijas.
Manolo Martínez

jueves, junio 21, 2018

Las cuatro y diez y el petricor


Por fin llegó el petricor, que así es como se llama ese aroma inconfundible a tierra mojada. Parecía que ya no volverían las hermosísimas tormentas de verano pero, como nada es para siempre, aquí están de nuevo, para acallar a los faltos de fé. Según la mitología griega este olor tan característico que el agua esparce en el aire tras una época sin lluvias, es la esencia que corre por las venas de los dioses, claro, por eso huele tan bien. A ver si Aloha, o Carrefour, consiguen dioses para embotellar su desangrado, y si no, comercializar la sustancia química que, según los científicos es la verdadera causante del perfume en cuestión, la geosmina. Bienvenida seas, vengas de dónde vengas, porque ha sido un placer reencontrarte.

martes, junio 19, 2018

INTERNET NACIO EN NUESTRAS ACERAS



Internet ha existido siempre, puede que su formato fuese distinto, pero su función básica: recolectar, almacenar y difundir información, eso lo hacían ya nuestras abuelas cuando cabalgaban por la noches de verano en sus sillas de enea, que nacían en todas las aceras de nuestros pueblos. No utilizaban teclados, ni ratones, para acceder a la información y navegar por ella. Su labia, y su cháchara, eran los dispositivos, inalámbricos, que le facilitaban el acceso, a cualquier noticia o chisme. Todo lo que respiraba, y pasase, a menos de diez metros de sus solios de enea, debía hacer una paradita, para, “descargarle” las novedades, a las guardianas de las aceras, quienes propiciaban, aquellos encuentros informativos, y confidenciales, con éste santo y seña:

- Buenas noches, fulanito, ¿cómo estás? Oye, ¿y tu padre?, hace tiempo que no lo veo, anda que no hemos jugado nada tu padre y yo…

Captada la presa, se procedía a la extracción de todos los pormenores posibles.
Que si cuántos años tenía, en qué trabajaba, que si se casó, que si tenía niños, que dónde iba ahora…copiar y pegar, copiar y pegar, en su insaciable disco duro. Una vez exprimido el sujeto en cuestión, se le dejaba ir.

- Ea…pues vaya usted con Dios…hasta otro ratito. Buenas noches.

           A partir de ahí, cualquier internauta (vecino, amigo, conocido o desconocido), daba la contraseña de acceso : - Buenas noches, ¿cómo estamos?, y tenían acceso inmediato a todos los informes, mensajes, y datos recopilados. Como aún no existía el cd, nuestras abuelas utilizaban su propio formato, el rumor, muy barato por cierto, porque se podían regrabar cuántas veces se quisiera, y volvía a estrenarse. En cuánto a las herramientas de tratamiento de textos, las tenían todas. Si querían darle importancia a la comunicación que iban a dar, en vez de negrillas, ó subrayado, bajaban la voz hasta el susurro, e introducían el mensaje, con la misma coletilla siempre:

- Mira, no se lo vayas a decir a nadie, por lo que más quieras, te lo digo a ti porque eres tú… no te has enterado de que…

           Normalmente, la mayoría de las veces, la noticia era una barriga (que es como se le llamaba a los embarazos fuera del matrimonio). Entonces, el usuario, ó interlocutor, en vez de pulsar INTRO, para confirmar, exclamaba un: -¡No me digas….anda ya, mujé…¡
          Terminado el proceso, la consulta telemática y eneática, se procedía a la desconexión. Nada de darle cien veces a escape, para abandonar la sesión, símplemente las abuelas se levantaban de su silla, y la arrastraban hasta la cocina, confirmando que estaban fuera de uso con un :
         
 - Me voy pá dentro, que estoy baldá de las piernas.
Manolo  Martínez

Paciencia

"La paciencia es un árbol de raíces amargas, pero sus frutos son muy dulces" 

viernes, junio 15, 2018

EN EL CIELO


¿Han  reparado  ustedes  en  la conversión que  sufrimos  al  viajar  en avión? Es  fulminante. Como  la de San  Pablo al ser  derribado del  caballo. Son  los  segundos  previos al  despegue los  que  desencadenan ese  miedo  paralizante. Toda  nuestra  vida pasa ante nosotros en un momento fugaz. Justo antes del vuelo, una  azafata angelical nos instruye soplando por un  salvavidas,  por  si acaso …y  uno  se pregunta mientras sonríe a la  azafata, ¿y por qué  tanta  cautela, y de  dónde  saca  uno  el aire  para  soplar si aquello se viniera  o viniese abajo?
Se  produce una  ósmosis entre  la aceleración de nuestro  motor  vital y la del  avión. Comienza  una carrera  infernal por  la pista. Ya no  hay  vuelta  atrás, "Alea Iacta Es"
Nuestra lengua empuja el corazón  hacia dentro y es, en esos escasos  segundos  del  despegue, cuando buscamos con disimulo la  mano del compañer@. La  asimos, la apretamos, y le  musitamos un te quiero que ni es te quiero ni ná, es TERROR, que somatizamos en un "apretón" del tubo digestivo del que culpamos al Cola-Cao, ¿qué Cola-Cao?, pero si aún no habías desayunado. Es  entonces  cuando reparamos en que deberíamos haberle ayudado a recoger  la mesa la noche anterior, o que no tendríamos que habernos mosqueado con el compañero de trabajo. Todo son  arrepentimientos, golpes  de pecho y un  “mea  culpa “  interminable.
       
-    ¿Qué  es  eso?  ¡Algo  falla!

Un  ruido  extraño bajo nuestros pies  nos   dispara la  adrenalina.

        - ¡Ufff..., era  el  tren  de aterrizaje, que se había  recogido!             ¡Qué  tontería!

Las   azafatas  van  y  vienen sonriendo más que el presentador de Salud al día. ¿Pero de qué se ríen las muy estúpidas?, si no estamos jugando la vida. Al poco, la  voz  del  piloto nos  anuncia que estamos a no sé cuántos miles  de pies  de altura.
                 A esa distancia no somos nadie. Se nos quitan todas las chulerías. Es  como cuando estamos boquiabiertos en el sillón  del dentista, o como cuando le “ofrecemos” una nalga al ATS, presto a estoquearla. Tanto  estrés, tanta lucha, tanta soberbia, para que en unos minutos, un niñato uniformado con el carné de piloto nos deje “con el culo al aire“.
A 8.0000 metros facemos  propósito de enmienda: 

- Juro por lo más sagrado que voy a cambiar, que no seré tan fijoputa, que donaré sangre, que recogeré la cocina, que pondré el resto de mi vida el rollo de papel higiénico cuando se acabe, juro...lo juro todo...


Quizás  sea  por la cercanía del  Todopoderoso  entre  las nubes, o quizás por  el miedo a que ese sea nuestro postrero viaje. Da igual el quizás, lo único que queremos es acabar.

Las  compañías aéreas y la Iglesia debieran firmar un convenio:


Tras la confesión dominical nada de tres padrenuestros y un avemaría, que regalen en las misas billetes de avión a cualquier lugar de nuestra geografía.
A miles de metros sobre nuestras camas y tabernas, “el pájaro de hierro” recauda más  arrepentimientos y buenos propósitos que todos los  curas  del mundo juntos. Feliz vuelo.
Manolo Martínez

jueves, junio 14, 2018

A MANUELA

Aunque Manuela nunca fue al colegio, porque sus padres no la llevaron,  ella siempre se las apañó para salir adelante. Sumisa donde las haya, jamás rechista ni sale de su casa. Introvertida, hasta rozar lo patológico, no sabe lo que es hablar con un desconocido. Manuela nunca ha pisado una taberna, ni una discoteca, ni siquiera ha ido a votar. Como dirían los machistas, es una hembra de las de antes, una joya. Su carácter reservado, casi huidizo, la hace pasear  en silencio en compañía de doña soledad. Juntas persiguen los últimos rayos de sol  de la tarde. De cuando en cuando, suspenden la  excursión y observan a su alrededor. Supongo que meditan sobre lo observado, y reemprenden su camino.  Es dócil y dulce, no habla por no molestar. Trabajar no ha trabajado nunca. Ella dice que como para comer tiene...y comer, come muy poco. Demasiado poco. Estoy pensando en llevarla al psicólogo. Hay temporadas en la que pasa días enteros sin probar bocado, ¿tendrá anorexia?. El perfil lo da: insegura, dependiente, cohibida...Nunca le he conocido varón a su lado. Su rostro delata su aburrimiento. Ni fuma, ni bebe ...ni siquiera ve la tele. Al menos asiste a clases de Taichi, o eso creo, cuando la veo  andar con esa parsimonia casi de protocolo. Seguro que le hará bien salir de su ostracismo. Aunque, dada su edad, tampoco espero grandes cambios. Ignoro lo que piensa, y eso me apena. Yo querría que se desahogara conmigo. Para eso están los amigos, pero ella masculla y rumia sus problemas. Y calla. Siempre calla. Que mal político sería... o qué bueno, según se mire. Mentir no nos iba a mentir, pongo mi mano en el fuego por ella. Dicen que la sabiduría se refleja más en lo que se silencia, que en lo que se expresa. De ser así, no  existe nadie más erudito que Manuela. Últimamente casi ni me mira. No sé si andará  enfadada porque no la invito al cine. Pero como yo le he dicho... “para lo que hay que ver, mejor nos quedamos en casa...” Su  rostro arrugado y  sus ojillos saltones investigan la vida cada día, sin prisas. Pero tiene tan bien adiestrados los músculos de su cara, que no encontramos ninguna traducción en sus facciones. No se la ve triste, ni alegre. La indiferencia maquilla los pliegues de su piel que denotan los muchos años vividos. Lo mismo le da que España gane al Baloncesto, que el Betis permanezca en segunda. Hay veces que me desespera ese estoicismo de andar por casa, pero me contengo y la dejo en paz, ya quedan pocas tortugas como mi Manuela.
Manolo Martínez

martes, junio 05, 2018

CINCO CENTÍMETROS POR SEGUNDO


Aunque parezca el título de una película porno, nada más lejos de la realidad. Cinco centímetros por segundo es la velocidad a la que caen los pétalos de las flores de los cerezos. Tal es la obsesión por computarlo todo que hasta las más azarosas pautas de la madre naturaleza, son encorsetadas por los maestros del control, los nipones. Sería saludable que calibrásemos todo de una forma más humana, y menos matemática, más romántica y menos digital. Buscar nuestras propias mediciones, demostrando que no necesitamos ningún tic-tac para comprender que los besos imborrables son aquellos que duran una mirada. 
Que un paseo ocupa el mismo tiempo que las veinte caladas que necesita un cigarro para dejar de existir.
Que los enfados no deben invadir ni un segundo de los silencios que suceden a las disputas.
Que ni el paro debiera ser el único okupa de nuestros días, ni el trabajo un ratero que nos hurte la compañía de la gente que queremos. 
Que las mejores conversaciones son las que duran el mismo tiempo que una botella de buen vino compartida. 
Que los sueños son alas si viven lo justo, pero si malviven demasiadas lunas, acaban siendo ancla. Que inclinar la cabeza dure el tiempo necesario para firmar la paz, pero hay que erguirla de inmediato, para recuperar la vertical dignidad. 
Que cocinemos la vida a golpe de puñaditos, pizcas, y mihitas, y no de gramos, centímetros o segundos.
Que las lágrimas sirvan para deshacer los suspiros, sin que nunca superen el largo de las sonrisas. Que una mentira no respire más allá de los labios que la emiten.
Que la vida no sea una sucesión de cumpleaños, ni siquiera de consecuciones: ya tengo el coche, ya tengo la casa, ya tengo el fondo de inversión, ya tengo el segundo coche…así hasta ya no tengo nada. Que la existencia no sea un recuento, sino un aquí estoy, respirando, contigo y con los míos.

domingo, junio 03, 2018

Bajitos y gritones

“ El español es un hombrecillo débil y violento, uno de esos cascarrabias chiquirritines, con los ojos saltones que asestan puñetazos heroicos a las mesas de los cafés y luego comienzan a dar gritos porque se han hecho daño, que agitan los brazos en el vacío, que patalean y que vociferan hasta que se ven sujetados por los brazos y en absoluta imposibilidad de moverse.

Esos hombres chiquitines e irritables que se pasan la vida gritando sin ton ni son, y moviendo los brazos en el vacío. Todos nuestro motines, todos nuestros pronunciamientos, todas nuestras algaradas son una cosa ridícula. Un pueblo serio y fuerte no arma esos escándalos inútiles, en los que se gasta la energía y se pierde la fuerza moral. “ ¡Vamos a hacer! ¡Vamos a acontecer!” ¿ Quién le hace caso al cascarrabias consuetudinario que vocifera, en una indignación continua, desde por la mañana hasta la noche?

Todo el mundo sabe que en el fondo es un pobre hombre y que su cólera es la cólera de la impotencia, de la falta de fuerza y de confianza en sí mismo para tomar una determinación y seguirla serénamente. “

( Esto lo escribió Julio Camba hace más de cien años. Los cereales y las natillas nos han regalado media docena de centímetros, y no a todos, pero díganme, ¿y en la esencia, hemos cambiado en la esencia?)

Manolo Martínez

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