"Comer, beber y hablar" ha tenido la suerte de contar con la presencia de Juan Ignacio Caballos Gutiérrez, doctor
en Medicina que dirige desde hace muchos dos centros de acupuntura de
reconocido prestigio.
A
pesar de que una noche lluviosa y desapacible nos puso una zancadilla a los
tertulianos, el poder de convocatoria de Juan Ignacio le ganó el pulso,
reuniendo a un generoso número de personas alrededor de una mesa en el acogedor
Molino de la Romera. Fueron muchas las caras nuevas que compartieron tertulia,
lo que se convierte en el mejor termómetro para delatarnos que "Comer, beber y hablar"
respira, está viva.
A
lo largo de más de una hora, Juan Ignacio hizo un recorrido por el mundo de la
Acupuntura, desde sus orígenes hasta la actual aceptación por el mundo
Occidental primero, y el sistema sanitario después. Su amplio bagaje como
médico-acupuntor le da autoridad y
sobrada credibilidad para sembrar su discurso de evidencias, de resultados, de
pacientes que vuelven a confiar en él, tras más de treinta años al servicio de
la Medicina.
Escuchar
hablar a Juan Ignacio es un lujo, porque su oratoria es tan instructiva como
amena. Anoche sembró la tertulia de sentido común, de testimonios que
refrendaban la acupuntura como una opción más que válida para el tratamiento de
múltiples dolencias: cefaleas, insomnio, depresión, obesidad, estrés,
lumbalgias...
Además,
Juan Ignacio tiene la habilidad de propiciar la tertulia. A pesar de su
generoso verbo, te escucha, te invita a la reflexión, a la pregunta, a la conversación.
Hubiera sido, tras su voz radiofónica un gran profesional de la comunicación.
Ayer bautizamos como tertulianos al doctor Juan Calvo y su esposa, Maria de Gracia Guisado, así como a Juan José Alarcón, Carlos, Isabel Ortiz, Vicente Muela, María de
Gracia Carrera, María de los Ángeles,
Mari Carmen...en fin, un buen puñado
de nuevos tertulianos que enriquecieron nuestra charla.
La
próxima tertulia será la número 14, y no ha habido ni una sola en la que no
haya habido nuevas caras, personas que se han acercado por primera vez al
Molino de la Romera para compartir nuestra tertulia. Es un dato a tener en
cuenta, puesto que considero indispensable que actividades de este tipo se
nutran de dos caudales fijos. Uno, una base mínima de personas fijas que repiten
tertulia tras tertulia, y dos, la irreemplazable sabia nueva que entra con
sugerencias novedosas, con opiniones distintas, con ganas de renovar los temas
tratados y las perspectivas con que los afrontamos. Gracias a los unos y a los
otros, y a Juan Ignacio Caballos, lo dicho, un honor para nuestra tertulia, a
la que esperamos no tarde en volver.