Cada mañana, cuando dejo a mi
Ángel en el colegio, nos encanta mirar esta cabaña. La bautizamos como La
Cabaña de Ángel. Aún no tenemos las escrituras, pero tampoco las necesitamos,
porque es nuestra todos los amaneceres de lunes a viernes. Y lo es, porque hay
cosas que las haces tuyas sin necesidad de comprarlas, símplemente porque unimos nuestros corazones al
contemplarla, bajo la niebla, o bajo el
sol.
A mi hijo Ángel
(Escrito por Manolo Martínez)