Vi esta imagen mientras almorzaba
con mi familia, cuestión ésta (la de comer con la familia viendo el telediario)
que se ha convertido en un acto de frivolidad porque ¿cómo podemos llevarnos la
cuchara a la boca mientras vemos a un señor asfixiando con su rodilla y la
autoridad con que le unge su uniforme a otra persona que le indica que no puede
respirar? ¿O es que nos hemos inmunizado y hemos normalizado rebañar el yogurt
viendo morir a la gente a tiros o de hambruna? Y la pregunta del millón ¿dónde
nace tanta violencia?
El
mal uso de las redes sociales, que no las redes “per se”, han contribuído a la
expansión de la intolerancia, porque la gente dice desde su púlpito de su muro
en facebook, cosas que nunca diría a la cara, entre otras cuestiones, porque no
tiene sentido el ensañamiento con personas a las que ni siquiera conocemos
personalmente. Está claro que ni facebook, ni twiter, ni instagram son los padres
de esa inquina que inunda nuestro planeta, pero sí son un altavoz que
distorsiona la verdad, enciende los ánimos y nos manipula. Nos alimentamos de
post rellenos de hiel. Reñimos defendiendo posturas que ni siquiera son las
nuestras (en todo caso son de los políticos a los que seguimos con la alpargata en la mano como a Brian en "La vida de Brian"). Es de locos, o
de tontos.
Yo soy de
izquierdas, pero sin afiliación a ningún partido, para sentir la libertad de no
someterme a ninguna disciplina establecida. Y soy republicano, básicamente
porque considero que lo justo es que quienes vivan del dinero público sean elegidos en las urnas y no en la cuna.
¿Se imaginan ustedes que a nuestros hijos les educaran unos señores cuyo currículum vitae fuera el ser hijos a su vez de otros profesores, sin más filtro ni exigencia que la de ostentar determinados apellidos?
¿Se imaginan ustedes que a nuestros hijos les educaran unos señores cuyo currículum vitae fuera el ser hijos a su vez de otros profesores, sin más filtro ni exigencia que la de ostentar determinados apellidos?
¿Y se pondrían
ustedes en mano de un cirujano cuyo puesto de trabajo lo hubiese heredado
de su abuelo, sin más carrera ni
currículum que la de su árbol genealógico? Pues por eso
soy republicano.
En fin, que me
voy por las ramas, y lo que importa es lo que importa. Descubrir que hay vida
más allá de la política, y una vida más sensata que la de salir a las redes
sociales a buscar enemigos como el que busca setas. La familia, los amigos, los
proyectos, las ilusiones, las cervezas, las risas…¿para qué buscar el mal karma,
cuando ya la vida misma nos visita de cuando en cuando con una zancadilla?
Hay gente con muros en facebook que ni los
profesionales de la política tienen. ¡Qué agobio! Pongan ustedes de cuando en
cuando, por desintoxicarse digo, una canción de amor, la foto de un atardecer,
una recomendación literaria, una película, una receta para el domingo…cualquier
cosa con tal de romper esa obsesión por querer ser los nuevos templarios,
guardianes de sus verdades, cuando cada uno tenemos las nuestras, y todas son
válidas.
Tengo
entre mis amigos de carne y hueso gentes de todos los colores políticos, y eso
mismo lo he trasladado a mis “amigos” virtuales porque creo el enriquecimiento
personal se provee de la pluralidad, de la aceptación de que hay tantas formas
de entender la vida como vidas, lo cual es tan sano como
necesario.
Shopenhauer
puso un estúpido título a un innecesario libro, “El arte de tener siempre la
razón”, cuando de lo que se trata es de lo contrario, de dejar a cada uno con las suyas, en libertad. Y por favor, dejemos respirar al mundo, independientemente de sus colores, negros, amarillos o rojos.
Manolo Martínez