Esta mujer que busca las llaves
en su bolso está en la región italiana del Piamonte, y es una estatua que homenajea
ese sublime momento que a todos nos resulta familiar,
Hace una docena de años tuve lo
osadía de publicar un libro, un batiburrillo de artículos y relatos, que bauticé
como “El ropero de las mujeres”, reverenciando esa asombrosa habilidad femenina
de hacer de un espacio cualquiera (roperos, bolsos, trasteros…) una barriga de
Doraemon en la que hasta lo imposible cabe.
Y luego, “el más difícil
todavía”, el milagro incontestable de encontrar en aquellos espacios atestados
cada uno de los imposibles allí aparcados: llaves, pañuelos, tarjetas,
paracetamol, monedas, pinzas, pintalabios o la chupa si es que aún hay niños.
Nosotros, los del género
masculino, seríamos incapaces, ni de echar ni de encontrar. Si llevamos cinco
euros, el tabaco y el mechero, y tenemos que meter la mano quince veces en los
bolsillos para sacarlos.
Lo dicho, son muchas las cosas en
las que las mujeres nos superan, muchas, pero ésta, la de sacar cualquier cosa
de un bolso, es de las más fascinantes.
“Non possum te magis admiror”.
Manolo Martínez
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