que apenas podía respirar,
y ahora... tan fuera,
que las ideas lidian sin tregua
por abrazar, a diario,
la vida.
Los poetas tienen una
dificultad contra la que luchan diariamente, y es su ensimismamiento.
Estas criaturas prehistóricas, viven en sus cavernas emocionales, intentando construir un mundo mejor a golpe de versos y suspiros. Este litigio estéril puede llevarles a la travesía infernal de una novida llena de decepciones, sorpresas y yerros. Pero, como todo bicho viviente, el poeta, un día, bendito día, se muere, firmando en ese mismo momento el armisticio consigo mismo. No ha esperado, ni de coña, la empalagosa navidad, ni siquiera avisó al puñado de incondicionales que le lavaban sus estúpidas heridas de guerra, con frases hechas y miradas tiernas. Ahora los besos no son golondrinas carmesíes que unen sus alas, ahora sus besos son de tornillo. Hoy, las mañanas las va llenando de cafés, de risas, y de tentaciones, tantas como horas tiene el día. Al poeta le han puesto una querella sus poemas, pero como está muerto. Es la vida, no la guerra
Estas criaturas prehistóricas, viven en sus cavernas emocionales, intentando construir un mundo mejor a golpe de versos y suspiros. Este litigio estéril puede llevarles a la travesía infernal de una novida llena de decepciones, sorpresas y yerros. Pero, como todo bicho viviente, el poeta, un día, bendito día, se muere, firmando en ese mismo momento el armisticio consigo mismo. No ha esperado, ni de coña, la empalagosa navidad, ni siquiera avisó al puñado de incondicionales que le lavaban sus estúpidas heridas de guerra, con frases hechas y miradas tiernas. Ahora los besos no son golondrinas carmesíes que unen sus alas, ahora sus besos son de tornillo. Hoy, las mañanas las va llenando de cafés, de risas, y de tentaciones, tantas como horas tiene el día. Al poeta le han puesto una querella sus poemas, pero como está muerto. Es la vida, no la guerra