CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


domingo, diciembre 27, 2020

Sota, caballo y rey



    Ahora que le vemos las orejas al 2021, observamos como se aleja el 2020 agarrado a su andador y tosiendo. Acaba de cumplir 365 días y está viejo y cansado. Al final ha sido sota, caballo y rey, pues como siempre.

Esta nochevieja, cuando las dos agujas del reloj se fundan como si estuviesen practicando la postura del misionero, millones de gilipollas nos engañaremos un año más pensando que a las doce de la noche atravesaremos, no sé qué coño de puerta, que nos adentrará en otra vida distinta, como si cuando te tomaras la última de las doce uvas entraras en otra dimensión. 

Por ejemplo, éste es muy bueno y un clásico: “El 31 de diciembre, a las doce en punto, dejo el tabaco. Vamos que tiro el que esté fumando aunque esté entero. 

O éste otro, que es genial: “El uno de enero no, porque está Mercadona cerrado, pero el dos, el dos lleno el frigorífico de apios, nabos y espinacas. Me divorcio de las hamburguesas, de los serranitos y del litro de Coca-Cola con que echo pabajo la comida”. 

Aunque el mejor es éste. Éste no tiene precio: “De este año no pasa. En cuánto pueda se lo digo al jefe, “O me subes el sueldo o ya te estás buscando a otro”, bueno que si se lo digo…” 

Sería de agradecer, sobre todo por la salud mental de los que te rodean, que habiendo aprendido que esto es sota, caballo y rey, no dijeras nada este año.

El día de nochevieja, calladito y a la cama. Te acoplas, como las agujas del reloj cuando dan las doce, si es que la pechá de wisky te faculta, y si la otra aguja consiente, claro.

… y el uno de enero, bueno el uno no, porque el uno aún te queda tabaco, hamburguesas y Coca-Cola, y además no irás a trabajar, con lo cual te quedas con la boquita cerrada mejor. Y ya el dos de enero… el dos sigues calladito. Te lo piensas, y luego haces lo que te salga de los cojones, pero, por dios, no le des la tabarra a nadie con lo que vas a hacer o dejar de hacer. Sería la mejor forma de, por una vez, hacer algo diferente. Mira por dónde, si lo haces, saldrás de la jodida certidumbre, del sota, caballo y rey que es pregonar todo lo que vas a hacer, aún sabiendo todos, incluso tú, que no lo vas a hacer.    

 Manolo os desea para 2021, SALUD,
 Martínez os desea TERTULIAS,
 y Manolo Martínez,  que hagáis este año algo que NUNCA HAYÁIS HECHO.   

            

jueves, diciembre 24, 2020

La sopa amarilla


Todos los años por navidad le regalaban a mi padre un pavo. La víspera de nochebuena, mientras yo inmovilizaba al reo cruzándole las alas, mi padre lo mandaba al otro barrio sin ni siquiera leerle sus derechos. Luego, lo desangrábamos y desplumábamos, como si el pobre animal hubiese hecho la declaración de la renta. 

La mañana de nochebuena mi madre guisaba aquel pavo y la casa olía a gloria durante todo el día. Al día siguiente, Navidad, con el caldo sobrante y cuatro rebanadas de pan, le componía a mi padre su manjar favorito, y hoy mío, la sopa amarilla. La llamábamos sopa amarilla para distinguirla de la sopa blanca, la del puchero. 

Es curioso, como con el paso de los años, uno asocia momentos y personas a según qué comidas. Para mí, la sopa amarilla es la navidad. Los sabores y los olores van cosidos a los recuerdos, de tal forma que uno tira del otro. 

Por ejemplo, los filetes empanados son siempre un día en el campo. Las migas son el invierno y una chimenea. El potaje y las lentejas, me transportan al momento en que yo subía las escaleras del comedor de mi colegio y cerraba los ojos intentando adivinar con qué me martirizarían ese día. El día que no ponían potaje, me ponían lentejas. El gazpacho es el verano, ninguno de los dos me gusta. La carne mechá rellena de huevo es mi tía Neni. Los raviolis crujientes es Pablo y Lolita Fusión. Los huevos a la bechamel, Gamero. El rabo de toro, el Molino de la Romera…y así hasta que las analíticas te manden a la Ronda Norte y a las espinacas con garbanzos, que serán "mu" de Carmona, pero es comida de conejos. 

Hoy es nochebuena, y viene mi madre a comer a su casa. He buscado para que le haga la sopa amarilla a la mejor cocinera, mi mujer. 

Manolo Martínez 

  

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domingo, diciembre 13, 2020

La cerveza


Tomarse una cerveza no es sólo tomarse una cerveza. El trago amarillento es la última parte del proceso, o la primera. Entre el primer sorbo y el último buchito hay un mundo. Vas a tomarte una cerveza para comentar los resultados del Betis, o para preguntarle al amigo cómo le va en el nuevo trabajo. Hay cervezas amargas que acompañan los malos momentos y ayudan a desembuchar las penas a los amigos. Y hay cervezas dulces, las que te tomas los sábados entre anécdotas y risas con la peña. 

¡Cuántas cosas caben en una caña de cerveza! Tantas que, a menudo rebosan, y pides la segunda, y la tercera…y ahí ya cabe todo. Normalmente, si llegas a la quinta o sexta cerveza, ya no hay más presente que contar. Entonces echamos mano del pasado y ahí la puedes liar: las primeras novias, los desengaños, los estudios, las juergas, las navidades de los últimos treinta años… La vida entera cabe en una caña de cerveza. Tómate de un trago la primera, la segunda despacio. 

A vuestra salud, feliz navidad

Manolo Martínez

 

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sábado, diciembre 12, 2020

Una cosa son los DESEOS y otra los PECES


A medida que los años nos pasan por encima, las luces del árbol de navidad brillan más. Y lo hacen por que cuando empiezas a recoger las redes que durante años has tirado al mar de los días, al subirlas a la realidad, compruebas que hay más deseos que peces. Y ahí, mirando como un gilipollas la escasez de la mercancía, te acabas enterando de qué va esto de vivir. Y no va, ni mucho menos, de llegar el primero, va de llegar. Y no va, ni de lejos, de contar dinero, va de contarnos nuestras cosas. Y no va de tirar la toalla cuando los anhelos no se cumplen, va de seguir encendiendo deseos, porque ellos son las luces del árbol y la hoja de ruta para el resto del año.


 Y no va, desde luego, de esperar a la navidad para desmontarnos y mirarnos por dentro, es más sencillo. ¿Te apetece un beso, una cerveza...? Pues de eso va la vida.


sábado, noviembre 14, 2020

La mirada embellece lo mirado


 Las cosas no tienen alma. Tienen forma. El alma de las cosas vive en la mirada del que la  contempla para pintarla, describirla con palabras, o fotografiarla como hace Francisco. Javier Díaz Ojeda en sus exquisitas estampas. Una misma cosa, pues, tiene tantas vidas como miradas, siendo la suerte la que determina que un simple charco, una columna, o la mismísima Sor Ángela sean elegida por la mirada del artista. 

Manolo Martínez

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domingo, noviembre 08, 2020

LA TRISTEZA DEL DOMINGO POR LA TARDE


 Todos los domingos por la tarde son tristes. Toca recoger los restos del fin de semana: los amigos, las risas, los guisos con tiempo, un masaje en los pies mientras ves a mediodía cualquier película menos la de Antena 3, un helado, un chupito de limoncello, un rato de bici…todo eso hay que meterlo en la memoria hasta el viernes siguiente. Nos tiramos por la tarde del domingo como si fuera un tobogán en el que al llegar abajo nos llenamos los pies de lunes. Da igual que te los sacudas para quitarte el lunes como si fuera tierra, debajo aparecen, el martes, el miércoles y jueves. Y así hasta el infinito y más allá. No, hasta el infinito, no. Ojalá. Nada como la música y un baile para despedir al domingo. Este del vídeo es genial.
                                                             Manolo Martínez

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El hombre del hilo en el labio


 Hace años conocí a un hombre que me recordaba a esos mimos (como el que ilustra esto) que simulan tener un hilo invisible pegado al labio. En el caso del hombre del que les hablo no hay hilo, es su mal rollo el que tira del labio hacia arriba. Su desánimo de “joío” hace las veces de hilo y le dibuja en su cara un gesto permanente de asco, de desaprobación infinita, hacia todo y hacia todos. Es la personificación del despotismo, de su falta de empatía con el mundo. Es así, "joío", y punto. Que triste debe ser enfrentarse a la gente que le rodea con ese careto, con ese gesto. Unas veces me da pena, pero las más me da risa. Pobre hombre. Se cree infinito y no sabe que su vida, como su labio, como su gesto, pende de un hilo, como la de todos. Empatiza macho, que estamos aquí dos días.

Manolo Martínez

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domingo, noviembre 01, 2020

EN NINGÚN LUGAR COMO EN CASA


 Puede que tu casa esté en manos del banco en forma de hipoteca, pero tu hogar es otra cosa. Tu casa es la que está hecha de cemento y ladrillos, tiene puertas y ventanas y se divide en habitaciones cubiertas cada una por un techo. Tu hogar va contigo. Está dónde haya una mesa camilla y una conversación. Y una mirada, y un mirar al otro cuando el otro no te mira. El hogar está dónde evitas al resto del mundo porque todo cuánto necesitas está allí, a tu lado.

Manolo Martínez

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sábado, octubre 31, 2020

COSAS QUE NOS DAN MIEDO (JALOGÜÍN)


Ahora que es Jalogüín es el mejor momento para hablar de nuestros miedos. Dicen los psicólogos que a a veces desaparecen sólo nombrándolos. Les propongo que probemos. Como si estuviéramos en el "Un, dos, tres...responda otra vez". Por una cerveza con calamares en "La Viuda", escriban ustedes aquí en los comentarios cosas que os den miedo, como por ejemplo: Sacar una pierna fuera de la cama. Un, dos, tres responda otra vez: 

Los niños que no pestañean (como el de la foto) 

—Los negacionistas que dicen que esto del coronavirus es un montaje

Sacar una pierna fuera de la cama.


—La gente que se lleva todo el día hablando de banderas, obviando a las personas

Abrir el sobre de Endesa con el recibo de la luz

—Comprobar que te has dejado el móvil en casa ¿CÓMO PUEDES ANDAR SIN MÓVIL?

 —Probarte el traje que no te pones hace dos años, porque tienes la boda de un primo.

—Ver salir las bolas de la bonoloto en la tele y comprobar una por una que ninguna coincide

            ...podéis seguir aquí escribiendo cuántos miedos queráis en los comentarios

Manolo Martínez

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domingo, octubre 25, 2020

LAS 2 QUE ERAN LAS TRES


Me he pasado toda la noche sin dormir. Me dijeron que a las 3 teníamos que poner las 2, y lo hice, pero coño, al cabo de una hora volvían a ser las 3, y así toda la noche, vaya putada. Aunque en realidad a mí siempre me despierta un gallo con su kikirikiii....¿alguien sabría decirme hacia que lado le retuerzo el pescuezo para que cante una hora después? Me insiste mi hijo que cuándo cambia la hora y va y se enfada cuando le respondo que cada sesenta minutos, esta juventud de hoy nunca está satisfecha. Lo que no me entra en la cabeza es que, con la de vueltas que le dan nuestros políticos a todo, y a ninguno se le ha ocurrido que el mejor cambio de hora sería si a las ocho de la mañana del lunes pusiéramos las ocho de la tarde del viernes, mira que es fácil. 

domingo, octubre 18, 2020

domingo, octubre 04, 2020

LAS TABERNAS de mi INFANCIA


Dice Serrat que “los recuerdos son aquellas pequeñas cosas, a las que suponíamos, que el tiempo y la ausencia, habían matado, pero que siempre volvían, porque, la memoria, es un tren que nos vende un billete de ida y vuelta. Cada vez que viajo a mi infancia, vuelvo a aquellas tabernas que olían a calamares fritos, adobo, vino de barrica y anís “Los hermanos”, todos envueltos en el humo de los cigarros Goya. Allí estaban en el aire las dos palmadas que daba mi padre para llamar al camarero, una oreja con tiza, el flequillo cuadrado de los niños enchufados a una Mirinda y el pretexto del abuelo para ir a la taberna: “Niña, voy a echar gasolina”. Estaba el “Mesón de la Reja”, hoy templo de los rollitos de primavera, pero antaño era el lugar dónde los “correores” hacían sus tratos entre arrobas y fanegas, y luego los rubricaban con los mejores riñones al jerez de Carmona y una manzanilla. 

Un poco más arriba, en la misma calle San Pedro, Gamero nos ofrecía su huevo a la bechamel, la empanadilla y el pez de espada. Hoy, donde Elías y Pepe condimentaban el hígado a la plancha, está el despacho del director de un banco. En él se siguen guisando las “asauras”, pero ahora la de todos los que tenemos una hipoteca o préstamo bancario. El Goya, dónde su dueña, la siempre guapa y afable Isabel, cocinaba como nadie el hígado con tomate, y Veneno, que espantaba a los pesaos metiéndole electricidad a la barra de metal. Hoy, Alberto lo ha convertido en un referente de la gastronomía de Carmona. Y Casa Chacón, Telaraña, Casa Pepito (camino del cementerio)…luego estaban las Ventas, y entre ellas El Chaparral, hoy reencarnada (nunca mejor dicho) en casa de mujeres que fuman (como decían los antiguos), o de musas (como las llama Sabina). Y me voy ya, antes de que me echéis como largaban los taberneros a los clientes pesado: 

-          Señores, un buchito, que  nos vamos. 

Manolo Martínez

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viernes, octubre 02, 2020

Los tejemanejes


 España es un país de tejemanejes, nos guste o nos disguste. Atrás quedaron los años en los que la honestidad, la formación, las ganas de aprender o la cultura, eran el pico y la pala para construirnos una estabilidad económica, familiar y social. Todo eso está desfasado, básicamente por dos razones. Una, porque somos víctimas del “lo quiero ya”, y dos, porque tampoco la estabilidad (emocional, familiar o social) es ya el fin que la mayoría persigue. El personal de ahora necesita adrenalina, compararse, ganar siempre, tener más que el vecino y sobre todo, exhibirse. Y para eso no son necesario los libros, ni las Universidades, y mucho menos la ética, la verdad o el concepto de un hombre de bien. Todas esas paparruchas, y todos los años que antes necesitábamos, se sustituyen ahora por algo mucho más rápido, definitivo y vistoso, los tejemanejes. ¿La maestra?, la del vídeo. ¿Las herramientas? La falta de escrúpulos, la cara muy dura, el cinismo, le mentira, el robo, y conocer a cuántos más sinvergüenzas mejor. Y ya está, teje que te teje…-   ¿Y tú qué haces desgraciado? ¿Trabajar, estudiar, opositar…? 
                                                          Manolo Martínez

lunes, septiembre 21, 2020

Si las paredes hablaran


 ¿Quién dice que las paredes no hablan? El problema es entenderlas. Pero hablar, hablan hasta por los desconchones. Cierra los ojos, arrima la oreja, y escucha. Cuéntame aquí cosas que te hallan dicho a ti las paredes. Dime… 
                                     Manolo Martínez 
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domingo, septiembre 13, 2020

"Si vas a salir, cámbiate los calzoncillos, no vaya a ser que te pase algo"

Si hay una bandera que marque la frontera entre la niñez y la madurez es este encargo de nuestras madres: 

"Si vas a salir, cámbiate los calzoncillos, no vaya a ser que te pase algo". 

 Y digo que es la frontera porque mientras somos niños nuestras madres nos lo cambian, para dejar de hacerlo cuando llegamos a los ¿...?, en que empezamos a aviarnos solos. No se podía decir más con menos, porque aquel ruego maternal contenía muchos mensajes en uno, como esas muñecas matrioskas que al abrirla encuentras en su interior otra más pequeña, y dentro de esa otra y luego otra...

 Igual sucede con la recomendación de cambiarnos los gayumbos, petición que oculta este puñado de recados: 

"Mira para los dos lados cuando atravieses la carretera. No vayas a beber mucho. Cuidado con las pelandruscas. No sueltes nunca tu vaso, no vaya a ser que te echen algo. No te juntes con malas compañías...y recógete temprano". 

Todos estos consejos estaban dentro de la advertencia premonitoria "...no vaya a  ser que te pase algo". Y si tuviésemos la certeza de que al salir no nos iba a pasar nada, ¿sería necesario la muda de calzoncillos? ¿O la frecuencia del cambio de calzoncillos queda supeditada a que alguien pueda verlos? 

(Gracias a Francisco Javier Zapata Puerto (El Coco), un amigo virtual que me recordó este genial requerimiento de las madres de antes

Manolo Martínez 

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domingo, septiembre 06, 2020

Bailando en la cocina

Trabajamos trescientos treinta y cinco días al año para salir de nuestras casas treinta durante las vacaciones. Es como si la felicidad estuviese lejos de nuestro hogar. Cuánto más lejos más gozosos. No es que tenga mucho sentido, pero la mayoría lo hacemos año tras año. Quizás el error esté en lo que cada uno entienda por felicidad. Observando a la pareja de la foto cualquiera diría que parecen dichosos. No tuvieron que salir de su cocina para construir ese plácido momento. 

Manolo Martínez

Dormir


Uno suele levantarse más tarde los domingos, sobre todo si eres de los que ya no crees en muchas cosas y no necesitas ir a misa. Además, para lo que hay que ver ahí fuera en la calle. Menuda mierda. Mejor en la cama, aunque la almohada se mueva como si respirara. La pandemia, unos pocos de locos negándola, y otros, aún más estúpidos, que se pelean entre ellos a ver quiénes cuentan mejor el número de muertos. Ganas si apuestas por seguir durmiendo, porque es el único lugar dónde no te van a engañar, de momento. Ahí, en el sueño, te has dado cuenta porque dejaste de creer en casi todo. Entiendes que el omnipotente que te vendieron en la infancia cambió su residencia. Se fue sin avisarte, quizás lo hiciera por no despertarte, o quizás para que no le molestases más con tantas peticiones. ¿Alguien sabe dónde está?, ahora que tanto le necesitamos.

                                                               Manolo Martínez

sábado, septiembre 05, 2020

El listillo


La mirada torcida le delata. Hay uno en cada clase, en cada trabajo, en cada asociación, en cada esquina. Es el listillo. Se diferencia del listo porque el listillo no estudia, ni trabaja, ni empatiza. Vive de hacerle la pelota al que tiene por encima del escalafón o de chivarse. Es el trepa en los partidos políticos. Mira de soslayo porque intuye que alguien descubrirá sus "malas artes". Darwin no tuvo en cuenta a este eslavón en su teoría de la evolución, porque esta especie no necesita adaptarse para sobrevivir, como hizo la jirafa alargando su cuello. Los listillos sobreviven sin ningún esfuerzo propio, este ornitorrinco simplemente sondea las desdichas ajenas para rentabilizarlas. Tú lo haces y él se cuelga la medalla. Como decían los clásicos, un hijo de su madre.

Manolo Martínez

domingo, agosto 30, 2020

Descubren en Carmona una nueva ruta


Antonio Rico, senderista y aficionado a la fotografía, es el autor del cartel de la II Exposición que la Tertulia Fotográfica "Café e Imágenes" expondrá en La Casa de la Cultura entre el 8 y el 30 de septiembre. Antonio ha descubierto una nueva ruta que une Carmona al cielo. Viendo la fotografía, uno tiene la impresión de poder seguir caminando dónde acaba el parque y empieza el cielo, pasando de pisar adoquines a pisar nubes. Es una imagen única. Enhorabuena Antonio, había que estar allí, y tener la sensibilidad de verlo.

                                     Manolo Martínez


Cuando la calle San Pedro era el corazón de Carmona


     Las calles nacen, crecen y envejecen, como las personas.

Carmona tuvo hace años su corazón en la calle San Pedro. En ella latía el pueblo, y desde allí enviaba vida al resto de la ciudad. En esa calle estaba todo. En ella llenábamos la barriga y el alma. Casa Gamero y Carmelo nos calmaban el hambre, luego nos aliviábamos el espíritu a pocos metros, en la Iglesia de San Pedro, a los pies de la Giraldilla. 


   Comidos y rezados, sólo nos faltaba pagar las letras (del coche seiscientos, de la lavadora Otsein, del televisor Fercu...) El empujón para ello también nos lo daba la misma calle, dónde estaba el Banco Central...y luego los hijos. El colegio y los libros. Las libretas de una raya, las gomas de borrar Milan, los mapas mudos...de todo nos surtía la inolvidable Imprenta Rodríguez. Si nos quedaban unas pesetas libres, corriendo a buscar la diosa Fortuna en El Chivo, una de catorce nos libraría de llevarle el queso y el pavo al director del banco. ¡Que años! 


Como nunca nos tocaba la quiniela, ahogábamos las desdichas sin salir de la misma calle, dónde nos esperaban el Mere, La Bodeguita y La Viuda.
Si antes de volver a casa nos dábamos cuenta de que nos faltaba algún tornillo, íbamos corriendo a la ferretería La Campana. Allí adquiríamos la mercancía para los chapuces y el tabaco, que en todos los trabajos de antes se fumaba. Antes ya nos habíamos pasado por las Hermanas Zayas que durante tantos años calentaron al agua de Carmona y prendieron los fogones de las cocinas de nuestras madres con aquellas bombonas naranjas.
Acabábamos el año echando la carta a los reyes magos, bueno...a los reyes magos como que no...era el siempre amable Paco Vago quien repartía sonrisas entre nuestros hijos cada cinco de enero. 


 Las calles envejecen con nosotros y nos enseñan sus arrugas cuando disminuyen su actividad.

Manolo Martínez

EllOs hablan mientras ellAs piensan


  ¿Pensarás en mí todos los días?
     (le pregunta el de la cuarta escotilla a su amada)

¿Me echarás de menos, paloma mía?
     (interroga el del tercer orificio a su prometida)

¿Me esperarás?
     (cuestiona el del segundo ojo de buey a su pareja )

!Muaaaggggg...muaggggg....!
     (besa que te besa el de la primera ventanilla a su desposada)

¡Pero, por Dios....!, ¿cuándo coño suelta amarras este barco?
     (Se impacientan todas)
                                                     Manolo Martínez

domingo, agosto 23, 2020

Cuando en las tabernas mandaban las tizas en la oreja


Van cerrando las tabernas de Carmona cuyo sello era la tiza en la oreja del mesonero. La Sacristía, La Noria, El Cochera, Aroca, Pastrana...tascas de aquellos tiempos en que los hombres tenían nombres de hombre (Manolo, Juan, Pepe...), no de telenovelas ( Jonathan, Steven, Iker...)
Con ellas se nos va una forma de entender el mundo, porque allí acudíamos a hacer tertulia, a contarnos nuestras cosas y las cosas de nuestro pueblo. 


Todas echaron las llaves a sus puertas, pero a todas se les olvidó cerrarlas en nuestra memoria, en la que Manolo sigue asomando su mano por la reja con un platito, blanco y ovalado, lleno de "chochitos", y Pepe "tirando" cervezas. Lo siento, ahí nunca vais a poder jubilaros. 
A propósito, "...cuando puedas...llena aquí" 


Eso no se hace. Nos habéis dejado tirado. ¿Dónde coño vamos ahora a arreglar el mundo?
¿Desde dónde le vamos a decir al mejor jugador del mundo como debe tirar el penalti?   ¿Y en qué barra increparemos a los políticos de turno?
Una solución nos la ofrece Chesterton en su novela "La taberna errante", en la que un tabernero y un capitán, ante el cierre de todas las tabernas, recorren Inglaterra rodando un barril  de ron. De cuando en cuando paran para abrir el grifo del tonel y reinventan la vida en cada una de esas chicotás.
No es mal remedio, habrá que pensárselo. Lo malo es cuando tengamos que rodar la barrica, y la barriga, Prim arriba.
Manolo Martínez

Las cuentas claras..

.
La sonrisa nos anuncia que por fin nos concedieron el préstamo.
La flor dibujada junto al cinco (no hagan rimas por favor), simboliza la exquisitez (corbata y agrado) con que la entidad nos notifica el “favor”.
Por último, la realidad. La suma nos advierte que la rima antes evitada, se ha consumado. ¡Ayyyy…!, menos mal que los bancos suelen elegir a un@  director@  guap@.
Por favor, no sean ustedes tiquismiquis, ni deslenguados.
                                                                                                                      Manolo Martínez
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Tres besos en uno


  John Donne escribió que nadie es una isla completo en sí mismo, que todos nos necesitamos. Y eso es lo que nos viene a decir este roce de labios suicida. A esa mujer la besan los tres pasajeros, porque ¿existiría ese arrumaco sin los dos amigos que sujetan las piernas del besador? Es verdad que ninguno de los dos que se asoman a ese desesperado abrazo intercambia saliva, ni mete lengua, si acaso se la muerden para aguantar el peso, pero ¿que ocurriría si le soltaran?, sin premeditación ni alevosía. ¿A dónde iría ese beso? ¿Alguien duda que desaparecería, al igual que los dientes del enamorado?

sábado, agosto 22, 2020

La niña de la curva


Aquí la tienen ustedes, en carne y hueso. Es la niña de la curva. Tóquenla sin miedo, ya no podrán traspasarla como cuando era un espectro, ahora está mullidita. Los fantasmas también se cansan de la vida que llevan, y algunos, como esta niña de la curva, deciden volver al mundo de los vivos.

 ¡Qué jartita estaba de esperar cada noche a un tonto al que poder asustar para mantener mi reputación!, (declaró recientemente a una cadena de televisión local)

Su retorno al mundo de los mortales tuvo un precio. De pronto se le echaron encima todos los años que realmente tenía, así la delataba su recién estrenado pelo blanco abanderado con un roete de abuela. Ahora baja todos los días en busca de un pan de pueblo, porque lo único que ahora quiere es huir de aquellos malos rollos para empezar a hacer buenas migas.

Manolo Martínez

domingo, agosto 16, 2020

A la memoria de Valentín Rueda Macías


Parece mentira que ya haga un año desde que Valentín se asomaba a la vida desde lo alto de la escalera, y es en ese darnos cuenta de lo poco que es el tiempo, y de lo menos que somos nosotros, que he querido recordarle de nuevo, al menos que sepa el hombre, que un año después sigue vivo en nuestra memoria.  

Era valiente y no tenía el vértigo que tenemos los cobardes. Valentín desenfundaba sus palabras con la rapidez y acierto que John Wayne desenfunda su revólver. Disparaba con los ojos cerrados, como los grandes, como toreaba Belmonte, arrimándose. Luego, con la certeza de que  no había matado a "naide", soplaba el cañón de su bolígrafo como Wayne soplaba el humo que salía de su revolver tras el disparo, y enfundaba. Tiraba a dar, y daba. Disparaba balas llenas de reflexiones. Miraba, apuntaba, y te hería entre las cejas, dónde habitan los pensamientos. La segunda bala la dejaba siempre para el corazón, ahí vestía la sangre del blanco y negro de sus recuerdos. Valentín decía lo que pensaba, y esto que parece una perogrullada, le diferenciaba del resto, los que nos sometemos a diario a los cobardes: "y si pierdo el trabajo", "y se enfada por lo que digo", "y si..." A Valentín le importaba un carajo todos los "y si...". Era valiente, tan valiente como el que más. No se ponía más caretas que las de su amado Carnaval le prestaba.

  Me faltó tomarme una cerveza contigo, Valentín, me la perdí, y sobre todo me perdí  escucharte. Valentín y yo nos criamos en el mismo barrio, en la calle, San Francisco, pero los mínimos  años que nos separaban y el no compartir colegio, hicieron que no coincidiésemos jugando a la lima, o a piola, o pegando balonazos en medio de la calle.  Al final han sido las benditas redes sociales las que me hicieron descubrir a mi vecino de infancia. Y me encontré con un tío importante, de los que dejan huella, no en la hipocresía de los del taco, ni en los discursos vacuos de la gente que se da importancia porque vacilan honores que le cayeron de ese cielo tan injusto de las casualidades.



Valentín era más grande que todos juntos porque era un tío libre, y hoy, tal y como está el patio, no hay mayor hombrada que ser libre cuando hablas y cuando actúas. Me faltó tomarme una cerveza contigo, y me duele Valentín, de verdad te lo digo, porque tu discurso retrataba tu pensares y tus pesares. Eras honesto y autosuficiente, otro bien que escasea hoy. Lo mismo fabricabas jabón que ponías un puchero. Hablabas de la igualdad, de los derechos, de lo que te salía de los cojones, y eso te hizo más necesario de lo que tú nunca percibiste. Me faltó esa cerveza contigo, Valentín, en  La Cuadra, La Viuda o Pinante, allí donde te buscaban a ti las musas. Todos hemos perdido esa cerveza contigo, incluso tus enemigos, si es que los tenías. Tú creaste tu universo en lo inmediato, como la gente importante: tus amigos de toda la vida, tu barrio de siempre, tu trabajo en el Teatro Cerezo, tus nostalgias llenas de humor.

Recibe este sincero testimonio, y las gracias, de uno que te admiró, Manolo Martínez.

Aquí me "venío" a fumar


   En todos los trabajos se fuma, y miren ustedes dónde se han tenido que encaramar esta docena de trabajadores para no incumplir la prohibición de fumar en la vía pública. No, no me he equivocado, ahí había una docena de trabajadores, hasta que a uno se le ocurrió recordarle al último de la fila que tenía que haber dos metros mínimo de distancia entre ellos para poder echar el cigarrito, y el pobre hombre fue tan legal que se desplazó. En definitiva que habrá que dejarlo, porque esta prohibición ha sido tan necesaria que debería dilatarse más allá de la pandemia, por el bien de la salud pública. Y que conste que quien escribe esto, aunque no mucho, fuma. 
Manolo Martínez

sábado, agosto 15, 2020

ESCUCHAR


Hace unos años me convertí en un escuchador cuando comprobé que no me prestaron una docena de minutos y dos orejas, que no me quisieron escuchar vamos. Desde entonces he intentado, aunque no siempre conseguido, tener mis orejas con la luz verde de los taxistas. Trabajé la capacidad de oír pacientemente a personas de ideologías y creencias muy diferentes a las mías. Escuché al pesado que nadie atiende, al chistoso, al aburrido, al triste, al divertido, al pedante y al imbécil, y entendí que cada vez que escuchaba a uno de ellos me estaba escuchando a mí mismo, porque todos nos vestimos con estos adjetivos en algún momento. Alguien dijo que si teníamos dos orejas y una boca era para escuchar el doble de lo que hablamos. Al escuchar te vuelves más justo en tus conclusiones, comparas las distintas versiones de un mismo hecho, porque anda que no cambia nada el cuento del lobo y caperucita feroz, cuando lo cuenta el primero o la segunda. Tuve una profesora de literatura, doña Conchita, que nos instruía en el arte de leer los periódicos de distinto signo político, igual con las cadenas televisivas. Leer El País y el ABC, Infolibre y el Ok diario; ver La Sexta y Trece TV, El Intermedio e Intereconomia…tener argumentos, información, base para poder crearte tu propia opinión. Pues lo mismo ocurre con las personas, si alguien te pide que le escuches, hazlo, o puede que cuando tú necesites ser oído, sólo puedas contártelo a ti mism@. 

           Manolo Martínez

Gelsomina

    
Gelsomina era más fea que guapa. Su madre, como no podía mantenerla, la vendió a Zampanó, un artista ambulante que la menospreciaba y maltrataba, hasta el punto de que Gelsomina se preguntaba por qué había nacido. ¿Se hará esa pregunta Donald Trump?  Gelsomina y Trump tienen muchas cosas en común. Trump es también feo, y aún más feo aún por dentro que por fuera. Sus biógrafos dicen que sufrió también maltrato en su infancia. 

Ambos se forjaron en la calle. Gelsomina fue la protagonista de "La Strada" (La calle) de Fellini, y Trump se ha hizo el protagonista de la mayor casa de la calle, La Casa Blanca. Sin embargo Gelsomina tuvo la suerte de encontrar en su camino a un bufón que la hizo ver que tenía un propósito en la vida, y se hizo una gran artista. ¿No hay nadie, ningún bufón de la corte yanki, que le enseñe a Donald un buen propósito en su vida? Y de no ser así, que alguien le haga ver la película de Fellini, a ver si se pregunta, como Gelsomina, para qué ha nacido, aparte de para peinarse y joderle la vida al resto de la humanidad. 
Manolo Martínez

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