Vaya regalo que le ha endonado, el Urdan, el bombón real, al Borbón. Se ve que el guapo echaba de menos su antiguo oficio, el de pegar pelotazos, y como no tenía pelotas (a mano), pues va y coge euros, ¿quién se iba a dar cuenta, la ignorante plebe? Scrooge, que de espectros y conversiones sabe un rato, se ha puesto en contacto con la Casa Real, y les ha cedido su fantasma de las navidades futuras, que ha acompañado a sus majestades, al Museo de Cera en las navidades de 2020. El Palacio Doliente se ha convertido en un valle de lágrimas al comprobar que ese año venidero, no queda un solo muñecote con sangre azul. Dicen que Juan Carlos ha hecho suya la frase de Mauricio Colmeneros, el del bar Reinol de Aída, y no deja de repetir por los pasillos alfombrados: “¿…pero esto que eeeeessss?, ante lo que Scrooge se encoge de hombros y sigue viviendo del cuento, como otros. Menos mal que siempre nos queda la Esperanza. Ésta ha empezado por Madrid, dónde ha derramado su generosidad en forma de tiempo. Veinticuatro horas de trabajo, libertad de horario comercial. Para que después digan que, ellos, no miran por los pequeños y medianos empresarios. ¿No decíais que no teníais trabajo…? Pues ahí tenéis, a competir con el Corte Inglés y Carrefour. Hay que currar, coño. ¿Qué los pequeños empresarios no tenéis relevo para hacer 3 turnos de ocho horas? Desde luego por quejarse que no quede.
“AMIGOS MÍOS, NO SOMOS LO QUE PARECEMOS. Nuestra apariencia no es más que el traje que vestimos, un traje cuidadosamente tejido que nos protege a nosotros, de tu curiosidad, y a vosotros, de nuestra negligencia.“, les dijeron la Espe y el Urdan al loco de Khalil Gibran.
Mientras tanto, Scrooge le daba calderilla a la Merkel para que nos trajera un enorme pavo subvencionado, pero Sarkozy, sobre las alzas disimuladas de sus zapatos, susurraba a la alemana deshormonada : “He dejado a mis Champs Elysées sin bombillas de navidad por el gggreajuste, ni se te ocuggga dagle a éste an centime plus”
Feliz Navidad, por decir algo.