Darse un paseo en una barca con
el fondo de cristal por el corazón de una mujer debe ser algo increíble, o
mejor dicho, improbable. Desmond Morris en su libro “El mono desnudo”
argumentaba que la boca de la hembra humana es copia cromática de sus labios
genitales, razón por la que el acto de pintarse los labios (faciales) era un
gesto erótico-vaginal. Hace unos 3.000 años antes de Cristo, las mujeres del
Valle del Indo trituraban joyas semi-preciosas para adornarse la boca. Hoy
utilizan lápiz de labios y se ahorran el machacamiento. Una simple regla de tres
nos lleva a la conclusión de que las mujeres llevan más de tres mil años
engañándonos con este trampantojo (trampa para el ojo) llamado pintalabios. Qué
miedo.
Escrito por Manolo Martínez
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