El "culo veo culo
quiero" es el mantra de una sociedad que se ha entregado a los brazos del
consumismo absurdo. Como guardianes de esta falsa religión, l@s adolescentes,
que necesitan conseguir el móvil de última generación, o las zapatillas
deportivas que descubrieron hace cinco minutos en twitter. Es su modus vivendi. Los científicos defienden
que, esta urgencia por adquirir lo que el vecino ya disfruta, depende de las
neuronas espejos. Otros menos teóricos atribuyen este sinvivir nalguero a una
pandemia sin cura, la estupidez de los caprichosos. Aunque, a mi modesto
entender, existe otra circunstancia que determinará que, el antojo sea, o no,
irreprimible: las excelencias del "culo"
avistado.
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