El festival de teatro de humor
“El Perol” ha vuelto a subir su propio listón, esta vez con el espectáculo
“Moncho Panza” del genial Moncho Borrajo. Estar durante dos horas y media
encima de un escenario haciendo reír al público es algo al alcance de unos
pocos privilegiados. El talento no es algo que se adquiera en ninguna farmacia
de guardia, o lo tienes o careces de él. Su verbo largo, generoso y espléndido,
es su arma seductora. Luego están, su
erudición, su vasta cultura y su absoluto conocimiento de los submundos de
nuestra sociedad (que van desde los políticos que nos venden de todo menos
verdad, hasta la banalidad del diálogos entre dos pijos, pasando por la irónica
enumeración de complejos que conviven con nosotros)
Moncho nos pone un espejo para
que veamos lo ridículo que podemos llegar a ser cuando perdemos el sentido
común como único referente válido a la hora de pensar, de actuar, de
hablar, incluso de votar.
Después de 44 años divirtiendo y
haciendo pensar a España entre risa y sonrisa, un ramillete de “doctores de la
cultura” le niegan una subvención porque su espectáculo está falto de calidad.
Pa cagarse. Claro que, esta “falta de calidad” que argumentan, no es otra cosa que la absoluta negación de
Moncho a casarse con el poder político, venga de donde venga. Moncho es una
mosca cojonera que dice sin rubor lo que piensa, y esto es políticamente
incorrecto, por tanto, censurable, como en los años de aquel enano matón.
Hay quienes tachan a este
humorista de soez, maleducado, incluso grosero, y todo porque Moncho se ha
inventado nuevos signos de puntación, sustituyendo en sus monólogos los aburridos puntos, comas, paréntesis,
signos de exclamación, tres puntos suspensivos… por los “seráhijoputa”,
“atomarporculo”, “tuputamadre”, y un sinfín de lisonjas que entrecomillan una
idea, subrayan una reflexión, pintan de
negrita un pensamiento, o símplemente hacen de nexo entre un acontecimiento y
su comentario. No hay mal gusto, sino creatividad. Quienes solo se fijan en los
signos de puntuación de su espectáculo, no alcanzan a entender la esencia de
este gallego que dio por culo hasta para nacer (nos fue regalado una Nochebuena
de mil novecientos tantoytanto…). Salud Moncho, y yo que lo vea.
Manolo Martínez