Decía Exupery, por boca del Principito, que sonaban, las estrellas, como quinientos millones de cascabeles.
¿Dudan ustedes de que las estrellas hablan? Hablan por los codos, como cualquier fémina que se precie.
Sus destellos, sus apagayenciende, su tartamudez lumínica, su morse azul brillante, no deja de comunicarse con nuestras entendederas. No hay más que sentarse en cualquier noche, mirarlas, y oírlas. Si tiñes tu paciencia de azul, te permitirá, cada noche, escúchar sus consejos. Pero no intentes tú decirles nada, están demasiado lejos y no te escucharían. Sólo escúchalas, y déjalas que te hablen....¿ves?, funciona, pero insisto, tú no les hables.
1 comentario:
Habrá que probar eso de no hablarles para escucharlas.
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