Anoche nos sentamos una amiga y yo a escuchar las correcciones del maestro en una taberna de Carmona con barra de mármol. Fuera se quedaron unas caladas al último cigarro entreveradas con la conversación, el frío de febrero, y la soledad de la hora. Dentro, el calor de la sabiduría, la palabra sensible del poeta, una coca-cola, el oído atento, una tónica, el verbo justo, una manzanilla, y la admiración mezclada con la frustración del "ahí nunca llegaré yo". Sé que no leerás esto, Jose Luís, no eres de perder el tiempo callejeando por internet, lo tuyo es el libro físico, la página mil veces leída y nunca pasada, la literatura a sorbitos para saborearla. Te doy las gracias en mi nombre, y me tomo la licencia de hacerlo en el de Almudena. Creo que no puedo hacerlo de mejor forma que, homenajeando tus impagables consejos, con tus propios versos y con un fandango, por ponerte algo de flamenco, otro pilar tuyo. Gracias, maestro.
La vida son cuatro ratos
entre el soñar y el perder
y luego una cuesta abajo
(Del libro "99 Soleares" de Jose Luís Blanco Garza)
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