Lucía Jiménez Pérez no sabe leer todavía, por lo que todo esto que escribo aquí a ella le resbala. Pero si algún día tiene la oportunidad de leer esta dedicatoria, sólo recordarle que su padre la nombra a diario veinte veces en el trabajo, y eso, que parece tan normal, es algo que a veces los hijos obvian, su omnipresencia en el pensamiento de sus padres, y la absoluta entrega hacia ellos. Por eso, Lucía, de momento escucha la canción que, el que te trajo a este mundo, junto con tu madre Mónica, tuvo a bien recordar que ahora era tu preferida, y cuando pasen unos años, y tengáis las diferencias y peleas que padres e hijos tienen sí o sí, acude a esta canción y repiensa que estabas en la cabeza de tu papá a todas horas. Entonces dale un beso, sin hablar. A él le darás la vida.
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