Mira que lo sabemos, si es que va incluido en aquellas canastillas que regalaban a nuestras madres cuando nacíamos. Junto al agua de colonia sin alcohol, las cremas balsámicas, el cepillo de cerda suave, las toallitas dermo-suavizantes y el osito de peluche, allí estaban, a la vista, las cosas importantes que nos acompañarían el resto de nuestra vida: los abrazos, las miradas, los besos, los tequieros, las risas...las pequeñas cosas que no echamos de menos hasta que perdemos. Por descuido, por egoísmo, por la absurda inercia de la vida... El azar, a veces, nos da un susto, y cuando salimos de él, buscamos desesperados aquella canastilla de croché. No se han ido las pequeñas cosas, siguen ahí, esperándonos, pero no deberíamos dejar que fueran el azar, y sus sobresaltos, quienes nos hicieran recapacitar sobre lo que es y no es importante. Debiera ser nuestra sensatez la que a diario cogiera la canastilla para perfumarnos de cosas importantes. Nunca es tarde...
(Esta canción me la regaló una persona especial en un momento complicado.
Un hermoso detalle que ensancha aún más el camino. Un abrazo largo)
1 comentario:
Siempre he dicho que los abrazos pueden ser mágicos. :)
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