Releyendo esta mañana “El amor en tiempos
del cólera” me volví a encontrar con esta reflexión que me pareció apropiada
para esta extraña circunstancia del confinamiento en casa que nos ha tocado
vivir, y que dice así:
"Hizo un recorrido largo y minucioso, sin
rumbo pensado, con demoras que no tenían otro motivo que el deleite sin prisa
en el espíritu de las cosas".
Dos consideraciones se disputan mi atención.
Una, cómo el paso del tiempo te hace ver todo de distinta manera, de ahí el
valor de las relecturas. Las mismas palabras, pero la interpretación cambia, se
enriquece con las experiencias que has dejado por el camino.
El segundo balance sobre las palabras de
García Márquez es que nos podrían servir para interpretar este momento de
alarma de una hermosa manera, como por ejemplo, que ahora parece sobrarnos el
tiempo que hasta el viernes 13 nos faltaba. Curioso.
Ahora que precisamente nos quitan por
decreto, (y por supuesto para prevenir una mayor pandemia), lo a menudo
supérfluo (cines, bares, la calle… consumismo innecesario), ahora que nos
obligan a estar en el hogar que hasta hace dos días echábamos de menos. El
mismo hogar del que nos quejábamos no podíamos disfrutar, el que tantas veces
reivindicamos no poder compartir con nuestros hijos, con nuestras parejas y
familias, pues ahora, en menos de cuarenta y ocho horas, nos viene grande. Un
fin de semana en casa, un fin de semana señores, y parece que nos ahogamos, que
nos falta el aire. ¿Dónde quedó el deseo de disfrutar de los nuestros, el
anhelo de tener tiempo para leer los quince libros sin abrir que tenemos
apilados al lado del televisor, el bricolage pendiente, las macetas sin
espurgar, cajones desordenados como el ánimo, y las fotos de familia
desperdigadas por el trastero porque no teníamos tiempo ni para meterlas en el
plastiquillo fino de un álbum que las resguarde del polvo y el olvido? ¿Dónde
quedaron tantos “pendientes de hacer”?
Por eso me encandilaron las palabras de
García Márquez: “….el deleíte sin prisa en el espíritu de las cosas”. Ahora tenemos la
oportunidad eso que los psicólogos llaman resiliencia, que no es más que el
arte de convertir lo malo en bueno, de sacar tajada de las situaciones
desagradables, que ponerle nosotros el color al cristal con el que miramos las
cosas. Regodearnos en las cosas que nos esperan en casa, pararnos a disfrutar
del espíritu de esas cosas, el mismo que antes obviábamos y pisoteábamos por
las jodidas prisas que decíamos, y no mentíamos, nos imponía la sociedad.
¡Ea¡
Pues ahora nos recuerda a diario (en el telediario) ese señor tan feo con el
chaleco lleno de pelotillas, que podría ser perfectamente el mismo coronavirus,
que tenemos que cuidarnos para ser solidarios, y quedarnos en casa.
Este año no tendremos Semana Santa, pero
este señor del chaleco atestado de pelotillas y desgreñado, ha hecho las veces
de capataz y nos ha dicho, como si fuéramos los costaleros de las prisas:
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PARARSE AHÍ
Manolo Martínez
2 comentarios:
Y ahi que nos paramos porque no queda otra, solo convertir lo malo en bueno, esa resiliencia de la que hablas, y a ver si aprendemos algo. Por el momento algunas palabras están adquiriendo significado, como contención, responsabilidad, esperanza. Para mi que nunca las habíamos tenido tan en cuenta como ahora y es que no hay más que actuar a la desesperada.
Un beso. #yotambienmequedoencasa
Siempre me alegra enoontrarte por aquí Lola, porque todo lo que recuerdo con vosotros es agradable. y aunque es verdad que la memoria es sabia y se queda con lo que le conviene, nada tengo que escoger con vosotros, me quedo con todo: conversación, buenas viandas, paseos, historias de cada uno...un beso resiliente
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