A veces,
algunas veces, se nos escapa la vida esperando, y aunque es verdad que la
paciencia nos hace fuertes, no es mentira que cualquier espera requiere un
principio y un final, o correríamos el peligro de hacernos vecinos de los
jaramagos que residen en el balcón de la fotografía. No es sano esperar que sean
los seis números de la primitiva los que nos cambien la vida, ni aguardar
estoicamente a que el Betis gane algún año la liga, y mucho menos esperar que
quienes vieron con buenos ojos que en la última crisis se rescatara a los
bancos y no a las personas, vayan ahora a comprender que se haya aprobado el
imprescindible ingreso mínimo vital. Darle prórrogas a según qué o quiénes es
tan absurdo como haberse quedado en ese balcón mientras lo tabicaban. No
puedes, por mucho que lo desees, volver a entrar en el pasado, sobre todo
porque el pasado no existe.
Manolo Martínez
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