Mientras el verano se va diluyendo, los nuevos propósitos surgen como las setas. La dieta se convierte en la trufa de estas intenciones. Consecuencia ésta, tanto de un estómago superpoblado, como de una cartera deshabitada. Pero si, aún a pesar de la anemia económica, las cervecitas, tapitas y heladitos, siguen formando parte de tus deseos prohibidos, regálate este infalible par de cubiertos. Seguro que acabas acostumbrándote a que tu sangre aderece los alimentos. Con la salsa bolognesa ni percibes el sangrado.
Escrito por Manolo Martínez
martinezmanolo63@hotmail.com
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