Cuando tenía quince o dieciséis
años, recuerdo que un par de amigos y yo esperábamos la vuelta a las clases,
escuchando vinilos de todo tipo (desde Víctor Jara a Phil Collins, pasando por
los Mamas & Papas, los Bee Gees y hasta Julio Iglesias). Aliñábamos ese
guirigay musical fumando Ducados y bebiendo lukumbas (cognac con batidos de
chocolate).
Con aquella música inyectada en
vena, humo en los pulmones y alcohol en el estómago, arreglábamos el mundo por
turnos cada tarde de aquel lejano verano. Luego, como escribió José Luís
Blanco, el destino vino como un disparo.
Cuarenta años después, todavía
escucho las mismas canciones, ahora en un pen. Fumo bastante menos y he
cambiado los lukumbas por alguna copa de Ribera. Lo de arreglar el mundo
dejamos de hablarlo hace mucho.
Justo cuando empezamos a intuir que
Julio Iglesias había ganado, que Víctor Jara no vendía discos, sólo ideas y que
cada vez éramos menos los nostálgicos que queríamos abrigarnos en la Cueva de
Platón. La gente prefiere recordar a Manuela en vez de a Amanda y, como buenos
borregos, preferimos cerrar los ojos y balar ¡Hey!, en vez de reclamar "El
derecho de vivir en paz".
Es duro aceptar que el mundo es de
Goliat porque David no encuentra piedras con las que derribarle. Las quitaron
para asfaltar el planeta hasta los tuétanos y enriquecer a las cementeras.
Quizá, por eso, empiezo a entender
la importancia de lo simple. Al hablar, al comer, y por supuesto al amar, si
elegimos lo sencillo, acertamos. Hace poco me dijo alguien que quería volver
a su pueblo para pasar los inviernos cortando leña para quemarla y los veranos
paseando.
Dicen, que en uno de esos pueblos despoblados, han visto a Julio Iglesias y Víctor Jara cortar juntos la leña y amontonarla para el invierno, y eso me asusta porque, de ser así, uno de los dos ha sobornado al barquero insobornable, Caronte, para cruzar al otro lado del río.
Manolo Martínez
https://www.facebook.com/Comer-Beber-y-Hablar-1630331003941651
4 comentarios:
Debemos ser de la misma edad porque escuchábamos la misma música y bebíamos lo mismo, y ahora pensamos y sentimos lo mismo. Somos unos carrozas empedernidos.
Un saludo
Gracias, Mari Carmen, por tu generoso comentario, es gasolina para seguir intentándolo. Y bienvenida a este tu blog
Qué alegría saber que sigues leyéndome Lola, y sí, somos unos puretas, a mucha honra. Si bebes lo mismo, y piensas igual...será la nostalgia de aquellos años...
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