Me gusta esta fotografía torcida. Es como si la antigua iglesia de San Francisco se estuviese hundiendo en el pasado, como si fuera un barco al que el mar se está tragando.
Sin embargo, nunca acaba de sumergirse del todo, porque
todos los que crecimos en aquel maravilloso lugar, apuntalamos esos muros con
nuestros recuerdos.
Lo hacemos cada vez que nos paramos en su acera, miramos
a través de la reja, y recordamos a todos los que pertenecieron al barrio:
Magú, Gregorio, Barrios, El Cuétara, los Molinas, tirris y morentes, gorriones,
Gagos, la clientela del Bar Aroca y la del antiguo Bar la Cuadra, la tienda de
Pepita la de Arcos, Veintiocho el zapatero...
... Valentín Rueda, una vez más, se nos adelantó a todos,
y ahora es el que más empuja hacia arriba esta barcofotografía para salvarla
del naufragio del olvido.
Imposible que se caiga el pasado, imposible.
Manolo Martínez
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