Hay cosas que,
aunque estén ahí, no sirven para nada, como, por ejemplo, las pelusas del
ombligo. Están porque hay ombligo, es decir, que sin ombligo no tendrían razón
de ser, ni sabrían dónde vivir.
Igual ocurre
con la gente que vive de la mentira, la que malmete, la que fabrica calumnias…,
estas “pelusas” existen porque hay “ombligos” (siendo ombligos aquellos que
trabajan, que compran a diario el pan con su faena, que ocupan su tiempo en su
briega, no en tergiversar la realidad, en fingir simpatías, en disfrazarse de
buena persona….cuidado, a menudo hay una patología detrás de tanta hipocresía).
El problema
nace cuando hay terceros que otorgan credibilidad a esas “pelusas del ombligo”,
bien por falta de criterio propio, o bien por no practicar esa imprescindible
medida preventiva que es comprobar si “lo que me dicen” se corresponde con “lo
que veo”.
Dejar con el
culo al aire al embustero, o embustera, al calumniador o calumniadora, no es
difícil, pero tampoco es fácil, porque, ¿conoces tú algún ombligo sin sus
pelusas?
Lo mejor es
sacar a estas "pelusas" de nuestras vidas, igual que desalojamos
nuestros ombligos con los dedos, haciendo bolitas con ellas para a
continuación, apoyando el anular en el pulgar, dispararlas a la nada. Que a
gusto se queda uno, y que lástima que haya gente que se deje manipular por una pelusa de nada.
Manolo Martínez
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