El
día de Nochebuena de 2013, su Graciosa Majestad, Isa segunda de Inglaterra,
tuvo el gesto de exculpar al científico y matemático Alan Turing. ¿El delito de
Turing? Era homosexual. La monarquía inglesa necesitó 60 años para limpiar el
nombre del profesor universitario e insigne investigador, que fue uno de los
padres de las primeras computadoras.
¡Qué
grande son las monarquías que condenan y condonan en un plis-plas!
Alan
Turing fue una mente privilegiada que además de elaborar complicadas teorías
matemáticas y de contribuir a engendrar el mundo de los ordenadores, descifró
códigos nazis durante la segunda guerra mundial, contribuyendo con dicho
trabajo al acortamiento de la contienda, o traducido, ayudó a que se salvaran
muchas vidas durante aquella locura.
Pero
todos estos logros no fueron tenidos en cuenta por la puritana sociedad inglesa
que lo arrestó en 1952 por cometer ese imperdonable delito de tener una
tendencia sexual distinta a la que marcaban los cánones de buena conducta, era
homosexual. Humillaron a este genio que tuvo que elegir entre la castración y
las inyecciones de estrógenos. Indujeron a Turing a una depresión que le hizo
darle un mordisco a una manzana envenenada con cianuro. Aún hoy hay quién defiende
que fue un asesinato y no un suicidio. De cualquier manera, aquel bocado a la
manzana, puso fin a una de esas vidas que han mejorado la humanidad, y esa
humanidad, paradójicamente, le aniquila. Chapeau...
Steve
Jobs, cofundador de Apple y conocedor de esta cínica historia, quiso homenajear
a Alan Turing eligiendo una manzana mordida como símbolo del gigante
informático Apple, hermoso guiño a la memoria del genio Turing.
Manolo Martínez
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