“ Nuestras vidas , como conejos / nos llevan en ventolera
El criador , con grande enojo , / cuando en la vida nos mete ,
y nos suelta , para no quitarnos ojo ,
nos manda con billete de ida y vuelta “ ( Luis Garcia Montero)
No sé quién ni como, pero me han robado tiempo. Hace 40 años perseguía ocupaciones que llenaran mis horas. Hoy estoy a la caza y captura de cualquier minuto que atienda mis obligaciones. No sé si fue una decisión política, un fenómeno atmosférico o una causalidad coyuntural, pero los días empezaron a menguar de forma inesperada, sin avisar. Hace 3 decenas de años, cualquier día de verano dormíamos hasta media mañana, desayunábamos con toda la parsimonia que daba el saber que tenías todo el tiempo del mundo para saborear un Cola-Cao, salíamos a la calle, donde no había quién nos quitase dos o tres partidos de fútbol seguidos con sus prórrogas de desempate incluidas. Luego almuerzo para reponer fuerzas,fuerzas con las que joder la siesta a nuestros padres: brincando, cual cabra montesa de sillón en sillón, o voceando las muertes de indios multicolores a manos del Séptimo de Caballería en plástico, o girando el botón del volumen del Telefunken de pantalla abombada hasta el número cinco.
A la hora del té, desembocaba en nuestros estómagos aquella bendita merienda en forma de media viena untada de una inmaculada nocilla blanca, y la otra media, con colmo, de su antogonista, la nocilla negra. Ambas convivían juntas, que no revueltas, en aquellos vasos de cristal que luego engrosaban la vajilla de diario.
Con un bigote de chocolate nos recreábamos con las aventuras de los Hermanos Malasombra y los Chipiritiflaúticos , (les hablo del Pleistoceno, claro).
Sobre las siete de la tarde volvíamos al estadio empedrado, reconvertido ahora por necesidades del divertimento en coso taurino donde dábamos dos naturales y el de pecho a un seiscientos negro bragao Luego una hora de bolas, otra de lima, para rematar la noche persiguiendo al género femenino en forma de vecina .
Hoy me levanto, desayuno (si me da tiempo) y trabajo, laboro y brego antes de irme a dormir. Y ahora que lo pienso, creo que he dado con el culpable, con el ladrón de bicicletas, con el autor del urto temporal. De nuevo atina el poeta granadino cuando confiesa:
“Nuestras vidas, son los sobres que nos dan por trabajar, que es el morir "
El criador , con grande enojo , / cuando en la vida nos mete ,
y nos suelta , para no quitarnos ojo ,
nos manda con billete de ida y vuelta “ ( Luis Garcia Montero)
No sé quién ni como, pero me han robado tiempo. Hace 40 años perseguía ocupaciones que llenaran mis horas. Hoy estoy a la caza y captura de cualquier minuto que atienda mis obligaciones. No sé si fue una decisión política, un fenómeno atmosférico o una causalidad coyuntural, pero los días empezaron a menguar de forma inesperada, sin avisar. Hace 3 decenas de años, cualquier día de verano dormíamos hasta media mañana, desayunábamos con toda la parsimonia que daba el saber que tenías todo el tiempo del mundo para saborear un Cola-Cao, salíamos a la calle, donde no había quién nos quitase dos o tres partidos de fútbol seguidos con sus prórrogas de desempate incluidas. Luego almuerzo para reponer fuerzas,fuerzas con las que joder la siesta a nuestros padres: brincando, cual cabra montesa de sillón en sillón, o voceando las muertes de indios multicolores a manos del Séptimo de Caballería en plástico, o girando el botón del volumen del Telefunken de pantalla abombada hasta el número cinco.
A la hora del té, desembocaba en nuestros estómagos aquella bendita merienda en forma de media viena untada de una inmaculada nocilla blanca, y la otra media, con colmo, de su antogonista, la nocilla negra. Ambas convivían juntas, que no revueltas, en aquellos vasos de cristal que luego engrosaban la vajilla de diario.
Con un bigote de chocolate nos recreábamos con las aventuras de los Hermanos Malasombra y los Chipiritiflaúticos , (les hablo del Pleistoceno, claro).
Sobre las siete de la tarde volvíamos al estadio empedrado, reconvertido ahora por necesidades del divertimento en coso taurino donde dábamos dos naturales y el de pecho a un seiscientos negro bragao Luego una hora de bolas, otra de lima, para rematar la noche persiguiendo al género femenino en forma de vecina .
Hoy me levanto, desayuno (si me da tiempo) y trabajo, laboro y brego antes de irme a dormir. Y ahora que lo pienso, creo que he dado con el culpable, con el ladrón de bicicletas, con el autor del urto temporal. De nuevo atina el poeta granadino cuando confiesa:
“Nuestras vidas, son los sobres que nos dan por trabajar, que es el morir "
Manolo Martínez
1 comentario:
fenomenal repaso al pasado recordándonos a todos que el Lunes hay que ir a trabajá otra vé...
jeje.
Estupendo, Manolo.
Saludos.
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