CARPE DIEM



Dentro de veinte años, lamentarás más las cosas que no hiciste, que las que sí hiciste. Así que, suelta amarras y abandona el puerto seguro. Atrapa los vientos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre.


viernes, enero 15, 2021

Mingalario


A treinta metros del ayuntamiento, la casa de todos, o eso dicen, y frente a la iglesia del Salvador, la casa de todos también (tenemos casa por todos lados), un camino adoquinado nos da elegir entre hablar con Dios o comer y beber como dios. Nuestros antepasados lo tenían claro ¿de qué vas a hablar con la barriga vacía? Por eso optamos por entrar en Mingalario primero. 

Es una taberna como dios manda, que para eso vive justo en frente. Suelo de barro, barra de mármol y un cielo del que llueven jamones. Entre el suelo y el cielo, un delantal con Antonio dentro. Nada más pisar el albero Antonio nos bendice ofreciéndonos la gloria en forma de migas, pavías, milhojas de carne mechá y queso de cabra o el santo y seña de la casa, las pringaítas.

Buenos caldos despachan allí para que, en veinte minutos, nos hagan ver las cosas de otra forma. La manzanilla, el Beronia o la cerveza nos achica el problema y nos ensancha el horizonte. Con media conversación y otra media de jamón, ya lo vemos todo claro. La vida es Comer, Beber y Hablar. Trabajar no. Trabajar no es vivir. Hay que trabajar para pagar la media de jamón, y punto.



El reloj va más despacio en aquella cantina. Va como debe ir, al compás del… 

- Llena aquí Antonio, esta ronda la pago yo 

¡Que vista tuvo el que decidió construir, frente a Mingalario, el Salvador! Comidos y bebidos ya podemos hablar. Lo que pasa es que confundimos hablar con pedir. Nos pasa siempre. Pedimos más que hablamos.   - Llena aquí Sergio, que Antonio está hablando. 

Manolo Martínez         


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