Lo que queda de la comida cuanto te levantas de la mesa es la sobra. Con las sobras creció una generación, la de nuestros abuelos, la de la postguerra. Más tarde, con esas sobras se criaban en los pueblos, a los cerdos, las gallinas y todo bicho viviente que tuviese estómago y patas.
Hoy, mientras nuestros hijos ven la última serie de Netflix en un móvil que a menudo supera la nómina del padre, miles de niños de la India, Brasil y otros países, recogen las sobras para sobrevivir. Y lo peor es la absoluta indiferencia con que el resto del mundo civilizado les observa mientras remueven la basura sin que se nos remuevan las tripas.
Manolo Martínez
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