Así hablaba la tía Gala, un personaje de Garci, mientras se fumaba un puro
mirando al mar.
Aún así, sólo nos ponemos las pilas cuando le vemos las orejas al lobo,
cuando, mientras los cabellos se visten de plata, los riñones se nos llenan de
piedras, la sangre de azúcar y los pies de plomo.
Es entonces, cuando la segunda lectura nos lanza el salvavidas, porque la
misma plata que nos blanquea el cabello es la que nos templa el ánimo, igual
que el excedente de azúcar en sangre se debe a que con los años nos volvemos más
dulces, tiernos y tolerantes.
¿Y las piedras? Con ellas construímos los caminos, y a ciertas edades hemos
andado tantos, que empezamos a buscar posada, sosiego y pucheros.
En fin, a estas alturas toca observar, escuchar y estirar el corazón hasta tocar el futuro de los hijos con la punta de los dedos, poco más, si acaso una cerveza bien fría, y bailar.
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