Era mu chica, mu chica,
mu chica…, cuando se venía a mi casa a hacer los deberes, a dormir la siesta, a
comer, a estar con nosotros. Irene era una más de la familia, un regalo
inesperado que nos trajo una cigüeña en un vuelo corto desde la Tabernilla de
Aroca.
Ayer, veintitantos veranos después, nos ha invitado a su boda con Rafael, por cierto, ¡qué suerte has tenido Rafael!, te llevas lo mejorcito de la calle San Francisco.
Cada flor de aquel ramo escondía un puñado de risas, unas cuánta lágrimas, algunas confidencias, y la infancia de esta bióloga que nació para cuidar a todo el que esté cerca de ella: su Juani, su Elena, su Rafaé…
Qué boda más hermosa te inventaste ayer, Irene, digna de ti. Todos estuvimos en ella a gusto, porque tú haces que la gente esté cómoda a tu lado.
Ayer me vine sin decirte adiós, no por despiste, sino porque tenía que escribirte estas cuatro letras de agradecimiento, por hacer que todos nos sintiésemos “guapos” en tu boda, todos, hasta esos bichos llenos de luces que bailaron entre nosotros.
No te voy a desear que seas muy feliz, porque eso ya es un hecho, voy a ser egoísta, y te voy a desear que vivas muchos años para que sigas regándonos a todos los que pasamos por tu lado, de buen karma.
Vaya Rafaé lo que te llevas…que la disfrutes.
1 comentario:
No lo podías haber descrito mejor!!!🥰
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