Esa institutriz impagable, que es la curiosidad, lleva en volandas y a tirones al abuelo paciente, y cómplice, de esos vendedores de besos que mercadean con los sentimientos.
¿Cuánto vale un abrazo?
Miel en la mirada, canela en la palabra y limón en la intención: estrategas de primera división.
Abuelos y nietos toman el sol a sorbitos en las tardes otoñales, luego, acuden a los oráculos kiosqueros para escuchar un infinito menú de chucherías. Y es justo allí donde gestionan su futuro más inmediato: unas estampitas por un beso, el chupa-chups gigante vale un abrazo, ... "pero ni se te ocurra decírselo a la abuela".
Y cuando la luna se cubre con su gorra de plata para capitanear la noche, la actividad frenética comienza su éxodo por una largo camino de bostezos.
Pegados a la cama, contemplándolos, meditamos sobre el bien y el mal, su futuro… y en esa indecisión luminosa de la penumbra nos hacemos conscientes de aquello que escribió Antonio Gala: “cuando el mismo Dios se sorprende de haber urdido algo tan hermoso como el amor “.
Manolo Martínez
1 comentario:
Enhorabuena. Es emocionante este artículo.
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